Todos recordamos el impacto visual que supuso ver la película Avatar en 3D. Pero mayor fue el impacto
que el film de James Cameron produjo
en la psique colectiva. La historia de los Na'vi, los habitantes de Pandora,
conmovió a mucha gente que se sintió cautivada con su modo de vida en plena comunión con la Madre Naturaleza. La
película, a su vez, transmitió una crítica feroz de nuestro mundo artificial, materialista,
tecnológico y belicista, reflejado en los ambiciosos seres humanos que viajaron
hasta Pandora con la intención de hacerse a toda costa con un valioso mineral:
el unobtainium. 40 años después de la
fabulosa y, para muchos, críptica y pretenciosa 2001: una odisea del espacio, que también marcó un hito en el cine
por su poder visual y su trascendente mensaje implícito (nos hablaba sobre
nuestro lugar en el universo y nuestra incesante evolución espiritual), Avatar logró remover lo más
profundo del inconsciente humano, llevando a algunas personas a vivir una
especie de experiencia mística, sintiendo algo que jamás
habían sentido. Bien es cierto que el cine en general, y el de ciencia-ficción
en particular, es un magnífico escaparate donde se exhiben nuestros miedos,
ilusiones y fantasías. Es, sin duda, un reflejo de la sociedad. En la ficción
utópica y distópica es donde mejor proyectamos nuestras incertidumbres sobre el
futuro de la humanidad, nuestros sueños —y pesadillas— del porvenir, así como
la imagen del héroe salvador. "Todo
lo que hacemos tiene un efecto enorme y directo en los años por venir. No es
extraño que la ciencia-ficción sea el único género que se dirige a la verdadera
naturaleza de los tiempos en que vivimos y que describe los poderes que ahora
dominamos. Más que en ninguna época anterior, todo lo que hacemos cuenta. Como
ahora somos tan poderosos y numerosos, y porque ahora tenemos el conocimiento
para transformarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo por completo, para bien
o para mal, cada acción que emprendemos tiene un efecto látigo sin precedentes
sobre el mañana. Todos tenemos ese poder", afirma John Clute en su maravillosa Enciclopedia
Ilustrada de la Ciencia Ficción (1996). Hemos de tener presente, por tanto,
que la ciencia-ficción bebe de los mitos predominantes en nuestra cultura, por
lo que, como ficción humana, explora los símbolos que se hallan en la base de
la idea que tenemos de nuestro mundo y de nosotros mismos.
Dicho esto, es momento de referirnos a la excelente obra que hemos
elegido reseñar en esta ocasión: CINE Y
ESPIRITUALIDAD. EL VIAJE DEL HÉROE EN AVATAR Y EN OTRAS PELÍCULAS DE CIENCIA
FICCIÓN, de José Antonio Delgado
González (Madrid, 1972), editada en febrero de este año por el propio autor.
José Antonio, con quien me une desde hace muchos años una buena amistad y
afinidad hacia los temas heterodoxos (y también hacia el cine de ciencia-ficción), es licenciado en Ciencias Ambientales,
psicólogo, experto en psicología junguiana, estudioso de la simbología
esotérica y autor de numerosos artículos publicados en prestigiosas revistas y
webs especializadas. También es autor de las siguientes obras: El retorno al paraíso perdido. La renovación de una cultura (2004),
Encuentros en la oscuridad (2007), La hermandad de los iniciados (2011), Al final del túnel (2013) y Cómo integrar tu sombra (2015).
En el ensayo que nos ocupa, que he tenido el honor de prologar, el autor
nos sumerge de lleno en la simbología y mitología que subyacen en Avatar, interpretando la trama, los
personajes y los elementos (como el Árbol
Madre) a la luz de la psicología analítica, y lo hace a través de un
minucioso y completo estudio, expuesto con amplitud, rigor y profusos datos a pie de
página, como ya nos tiene acostumbrado en sus espléndidos ensayos y novelas. A
su vez, el lector va descubriendo —asimilando, mejor dicho— la grave crisis, no
solo ecológica, sino también espiritual, que padece nuestro mundo y que de modo
simbólico se expresa en la película. "En
Avatar se escenifica lo que Jung denominó proceso de individuación (completa realización
del individuo, es decir, de su totalidad única e indivisa)", asegura
José Antonio. Y ese es el papel que representa el protagonista, quien mediante
las vicisitudes que le toca vivir, va transformándose en una suerte de héroe
salvador. Para el autor, "el viaje
de Jake Sully a Pandora es, en efecto,
una representación de un proceso de individuación o el renacimiento y la
expresión de la divinidad en el alma del hombre".
José Antonio se detiene necesariamente en los conceptos propios de la
psicología junguiana, con la intención de que el lector profano se familiarice
con los mismos y pueda captar la esencia de lo que el autor ha deseado expresar
al radiografiar el film de Cameron. Así, la sombra,
el anima, el animus, el complejo del yo,
el proceso de individuación, los
arquetipos de la Gran Madre y del Héroe, la sincronicidad, etc. son explicados detalladamente y de forma
comprensible. Eso convierte a dicha obra en un texto ameno, bastante
documentado y muy bien estructurado, lo cual es de agradecer. El autor da mucha
importancia a "la grave crisis de
valores espirituales que padece nuestra cultura", que ocasiona, junto
a la destrucción ecológica mundial y la crisis energética planetaria, un
profundo malestar colectivo cuyas consecuencias son funestas si no se pone
remedio de inmediato. Y la solución está en un despertar de conciencia (autorrealización del Sí mismo). De
alguna forma, ahí está la clave de la trama de Avatar y del papel del protagonista en su épico periplo por Pandora, que
no deja de evocar a ese imaginario y añorado Paraíso perdido que duerme en
nuestra mente inconsciente (y que, obviamente, guarda relación con la Hipótesis Gaia, enunciada por James Lovelock). "El mito de Avatar encierra un mensaje, en clave simbólica, para
toda la humanidad. Un mensaje que está relacionado con la crisis de valores
espirituales que padece el ser humano occidentalizado, y que se refiere a la
necesidad espiritual de nuestro tiempo de conocer y realizar conscientemente el
mito del que la vida de cada ser humano es expresión", escribe José Antonio.
No es mi deseo destripar este magnífico libro, sino animar a
quienes se sintieron fascinados por dicha película —y a los amantes de la psicología junguiana— a que se zambullan en sus páginas, para que
puedan descubrir una dimensión más profunda y enriquecedora de la obra maestra
de James Cameron, cuyo estreno se produjo unas semanas después de salir a la luz
el Libro Rojo de Jung, que había
permanecido en el más absoluto secreto durante décadas, y cuyo contenido es un viaje íntimo, iniciático, hacia los abismos del inconsciente. ¿Casualidad o
sincronicidad?
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MOISÉS GARRIDO Y JOSÉ ANTONIO DELGADO
(Madrid, febrero de 2009)
(Por Moisés)