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jueves, 10 de mayo de 2018

EN MIS RATOS LIBROS (XXIV): "EL FIN DEL MUNDO TAL Y COMO LO CONOCEMOS" (Marta García Aller)

«No sólo las cosas caducan, también las ideas. Y es muy improbable que dentro de veinte años conservemos nociones como las de privacidad o reloj biológico... Y mucha atención al futurible más inquietante de todos y en el que ya trabajan grandes científicos: el fin del envejecimiento e incluso de la muerte», afirma la periodista Marta García Aller en El fin del mundo tal y como lo conocemos, obra publicada en 2017 por el prestigioso sello Planeta. Si bien, las anteriores afirmaciones parecen extraídas de una novela de ciencia-ficción, la autora tiene sólidas razones para presentarlas como una realidad inminente. Tras una concienzuda documentación y entrevistas a expertos en genética, robótica, inteligencia artificial, economía, filosofía, etc., relata cómo ciertos inventos e ideas sustituirán a los de antaño e inexorablemente transformarán el mundo.

El fin del trabajo debido a la automatización y a la robotización, el fin de los volantes con la aparición de los coches autónomos o el fin de las tiendas sin vendedores son algunos de los escenarios expuestos en este libro. Y es que no se trata de una obra visionaria, sino de una objetiva investigación de cómo está cambiando nuestro mundo gracias a esas innovaciones que se han colado en nuestra vida diaria casi sin que nos demos cuenta. La irrupción de los teléfonos móviles, el internet de las cosas en la casa con electrodomésticos inteligentes, capaces de enviar una lista de la compra por la red de redes, o incluso gestionar nuestra agenda diaria, son solo algunos ejemplos. Y es que estamos viviendo momentos clave en la historia de la humanidad, en los que la Cuarta Revolución Industrial ya está teniendo lugar. Una revolución que cambiará también nuestro entorno como la creación de leyes que establecerán los usos y límites de esta tecnología o incluso  una nueva filosofía de vida en la que, si se cumplen los pronósticos de algunos genetistas, podremos alargar notablemente la juventud, retrasar la vejez y llegar a vivir hasta los 150 años. Por tanto, no tendrá sentido jubilarse a los 65. “El siglo XXI va a necesitar de knowmads o nómadas del conocimiento (…) Estamos de forma inevitable, destinados a convertirnos en novatos constantes, estudiar ya no va a ser una fase, sino un proceso vital. ¿De verdad creemos que estudiar una carrera o un oficio hasta los veintipocos puede enseñarles a los jóvenes de hoy lo que van a necesitar en 2050?”, se pregunta la autora tras reflexionar sobre este asunto. Y no es una cuestión baladí. Si en unos años va a ser posible alcanzar semejante edad, o incluso, como desearían algunos transhumanistas, la inmortalidad, esto supondría una nueva y terrible desigualdad: los poderosos podrán llegar a vivir más de 150 años (o más, si se cumple la quimera de la vida eterna), mientras que los pobres vivirán pocos años y fallecerán irremediablemente.  

Por otro lado, el hecho de que la automatización pueda dejar sin empleo a millones de personas, como ya se ha advertido desde la cumbre económica internacional de Davos (Suiza), así como el aumento de la calidad y la esperanza de vida, dará lugar a que la gente viva muchos más años y cuente con mucho más tiempo libre. Tendremos que prepararnos para establecer protocolos de actuación ante semejante panorama. Algunos proponen como solución una renta básica universal a los desempleados por esta automatización. Otra solución sugerida es aplicar impuestos a los robots que sustituyan a humanos en su trabajo. Sin embargo, ambas propuestas parecen demasiado simples frente a problemas complejos. ¿Qué tan eficaz sería pagar un sueldo que no fuese resultado de ejercer un oficio o profesión? ¿Desaparecerán las actuales prestaciones y serán sustituidas por este hipotético salario mundial? ¿Por qué se habla de aplicar impuestos a robots y a máquinas si desde hace años las empresas ya pagan sus correspondientes tributos por su actividad económica resultado de la intervención de máquinas? Sin duda, nos encontramos ante un panorama incierto, pues aunque ya estamos viviendo grandes cambios, hasta que éstos no acontezcan del todo no sabremos cuáles serán sus consecuencias y, por tanto, las medidas más oportunas. 

Algunas profecías tecnológicas aún no se han cumplido, como la llegada del hombre a Marte prevista para el año 2000. Por el contrario, otras como la irrupción de ordenadores personales y la telefonía móvil, se han ido sucediendo de forma imparable y progresiva. “La velocidad del cambio, sin embargo, está por definirse. Al fin y al cabo estamos hablando de la carrera de la ciencia por la vida eterna cuando la batería del móvil ni siquiera nos aguanta un día entero. Y de una inteligencia artificial capaz de hacer el trabajo de brókeres y abogados cuando en casa tenemos aspiradores presuntamente robóticos que siguen dándose de cabezazos contra la puerta del salón. No olvidemos que el futuro siempre es una ficción”, sentencia la autora dejando la puerta abierta a esas innovaciones que darán “fin” al mundo tal y como lo conocemos.

El lector disfrutará del texto de principio a fin con un detallado, ameno y a la vez elocuente discurso. Más de uno que haya vivido esa transición analógico-digital de la década de los 80 del pasado siglo hasta los inicios del siglo XXI se verá reflejado en las líneas de esta obra.

Marta García Aller (Madrid, 1980) estudió Humanidades y Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Ha trabajado en la BBC de Londres, El MundoActualidad Económica y la agencia EFE. Actualmente, es analista de economía y cronista de actualidad del programa La Brújula, de Onda Cero. Es periodista del periódico El Independiente y profesora asociada desde 2010 del IE School of Human Science and Technology del IE Business School. Tiene diversos galardones periodísticos, como el Premio de Periodismo Económico Hispano-Luso. IE Business School de 2016 o el Premio Vodafone de Periodismo en la categoría Economía de 2017.


(Por Claudia)

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