Fue un intento frustrado. Pero el propósito, en
principio, era bueno: llevar la parapsicología al ámbito universitario. Por
eso, Pedro Carrasco y Antonio López decidieron fundar la Universidad Libre de Parapsicología y
Ciencias Afines en Barcelona. En octubre de 1993, comenzaría a impartirse
el Máster en Parapsicología Superior. Podrían acceder al mismo, los titulados
de Grado Medio o Superior, los que hubieran concluido el B.U.P., los que
hubieran superado las Pruebas de Acceso a la Universidad para mayores de 25
años o los que estuvieran en posesión del Diploma de Parapsicología Superior
del I.C.P.H.A. (Instituto de Ciencias
Parapsicológicas Hispano-Americano). También existía una admisión condicionada,
es decir, que podían acceder al programa de estudios de Máster en
Parapsicología Superior aquellas personas que superasen una de las siguientes
pruebas: un examen de ingreso, que versaría sobre dos áreas específicas:
parapsicología y conocimientos generales; o un curso de acceso a la ULIPCA, de
9 meses de duración para los alumnos presenciales y 12 meses para los alumnos a
distancia, a cuya finalización con éxito podrían matricularse en el Primer Curso
del Máster en Parapsicología Superior.
La iniciativa me pareció muy interesante, además de
novedosa en España. Enseguida, me puse en contacto telefónico con Pedro
Carrasco y concerté una cita. Me interesaba visitar la sede de la Universidad Libre de Parapsicología y
realizarles una entrevista. Quería que me mostraran las instalaciones. Accedió
amablemente y quedé en visitarles el 24 de agosto de 1993, aprovechando que
estaría unos días en Barcelona.
En nuestro país, se venía realizando desde años
atrás cursos de parapsicología por centros no homologados oficialmente. Eran academias
privadas que ofrecían cursos, tanto de parapsicología elemental como superior,
y que expedían los correspondientes diplomas (carentes de valor oficial). Yo
mismo realicé varios cursos de ese tipo, tanto en el I.C.P.H.A. como en otros
centros nacionales (I.N.A.P.P.) e internacionales (C.L.A.P.) En esta ocasión,
parecía que la cosa iba más en serio, al menos, aseguraban que habían llevado a
cabo una solicitud de reconocimiento (nº 6.752) a la Dirección General de
Universidades, según lo establecido en el Real Decreto 557/91 de 12 de abril,
por el que se establece la normativa aplicable para la creación y
reconocimiento de Universidades y Centros Universitarios. Eso atrajo, sin duda,
la atención de muchos interesados en estudiar parapsicología bajo un prisma universitario.
Sinceramente, un servidor dudaba de que el proyecto
fuese a prosperar, pues hasta entonces, el Estado español no había respaldado
los estudios de parapsicología, ya que en nuestros lares no estaba
considerada como disciplina académica (aunque conviene recordar que la
parapsicología está reconocida como disciplina científica desde diciembre de
1969 por la Asociación Americana para el
Avance de las Ciencias y más tarde por la UNESCO). De todos modos, según ambos responsables, "este es el primer intento serio de consolidar
el estudio de la parapsicología a nivel universitario en España".
La sede estaba ubicada en la C/Urgell, nº 154, Ent.
1 y 2. Constaba de 1200 metros cuadrados de instalaciones, que incluían aulas, biblioteca,
laboratorio, cabinas de experimentación, salón de actos, etc. Y el profesorado
estaba compuesto por varios doctores y catedráticos. También se hallaba en
trámite la homologación por parte de universidades extranjeras con cátedras de
parapsicología. Todo ello me fue mostrado durante mi visita para poder constatarlo.
Por primera vez, sacamos a la luz un vídeo inédito que
grabé durante dicha visita a la sede de la Universidad
Libre de Parapsicología y mientras entrevisté a sus directivos. Por supuesto, es un vídeo breve, que no recoge las varias horas matinales que pasé en dicho centro charlando distendidamente con sus responsables y viendo la documentación y el instrumental que aún faltaba por colocar en el laboratorio. Pude
comprobar el entusiasmo de Pedro Carrasco y Antonio López. Estaban convencidos
de que aquella iniciativa marcaría un antes y un después en el estudio de la
parapsicología en España. Ambos, aguardaban con ilusión el momento en que
recibirían la aceptación oficial para impartir los cursos. Ese día, compartí
con ellos su ilusión, a pesar de mi escepticismo previo. Quise pensar que podía
haber alguna posibilidad, por pequeña que fuese. Al final, desgraciadamente,
aquello quedó en agua de borrajas...
En el nº 5 de El
Ojo Crítico (diciembre 1994), el entonces directivo de la Agrupación Parapsicológica de Puerto
Real (Cádiz) y hoy abogado y profesor de Derecho Administrativo Manuel Gómez Ruiz, aclaraba
detalladamente que en España los estudios de parapsicología no están
homologados a nivel oficial. En su artículo, titulado "Universidades de Parapsicología" en el ordenamiento jurídico,
señalaba que "lo único que se ha
hecho es constituir nuevas asociaciones profesionales al amparo de la
legislación vigente, pero de eso no puede deducirse, ni mucho menos, que los
cursos que realicen vayan a ser homologados por el Ministerio competente en
materia educativa". Asimismo, admitió que no hay previsiones de que
los estudios de parapsicología puedan acceder al ámbito universitario a corto
plazo en España. "Todas las ofertas
que se anuncian, en este sentido, por rimbombantes que sean sus nombres, no son
más que cursillos sin ningún reconocimiento a nivel académico",
añadió. En 2009, con ocasión de un artículo que elaboré sobre la historia de la
parapsicología, entrevisté precisamente a Manuel Gómez, para saber si la cosa
había cambiado en los 15 años transcurridos. Pero su respuesta fue contundente:
la posibilidad de que la parapsicología se convierta en una carrera
universitaria en España es prácticamente nula. Al parecer, la progresiva
armonización de los sistemas universitarios exigida por el proceso de
construcción del Espacio Europeo de Educación Superior, iniciada en 1999 con la
Declaración de Bolonia, "anula las
posibilidades de que la parapsicología pueda ser en algún momento un título de
grado". Me aclaró lo complicado que resulta también que se convierta
en una materia o asignatura optativa en un título de grado, por lo que como
mucho, "cabría la posibilidad de
optar al reconocimiento académico de créditos como actividad cultural".
Tampoco veía cercano su acceso a dicho ámbito mediante los másteres.