Es mi película favorita, la que más veces he visto y la que más me ha
influido (es culpable, en gran medida, de mi temprana pasión por el Fenómeno
OVNI). Encuentros en la Tercera Fase
(Close Encounters of the Third Kind)
me sigue emocionando a mis 51 años exactamente igual que cuando la vi por
primera vez en el cine a los 11 años. El espectacular film de Steven Spielberg, que se estrenó en
Estados Unidos el 16 de noviembre de 1977 (en España el 17-03-78), revolucionó el concepto que hasta
entonces tenía el celuloide de los visitantes del espacio exterior. Ya no pretendían
invadirnos, como se venía mostrando desde los años 50 en las producciones de
serie B. Los alienígenas de Spielberg nos visitan en son de paz. Son nuestros
tutores y amigos. Ufonautas en los
que confiar. Por supuesto, más que en algunos humanos, sobre todo si son militares,
como deja claro el film.
Encuentros —que, según Spielberg, "no
es ciencia ficción, es especulación científica"— tiene dos claros
componentes: el científico y el místico. Y ambos se complementan a la
perfección. El papel de científico lo encarna el actor François Truffaut. Él es Claude
Lacombe, un hombre que trata de establecer contacto con los alienígenas. Es
un claro guiño al prestigioso astrofísico y ufólogo francés Jacques Vallée (un científico
comprometido con la loable búsqueda de lo inexplicado). El lado místico recae en
Roy Neary, encarnado por el actor Richard Dreyfuss, testigo inicial de
los OVNIs y que, a partir de ese momento, recibe imágenes a nivel mental correspondientes
al lugar exacto donde se producirá el encuentro oficial con los emisarios cósmicos.
También forma parte de ese lado místico Jillian
Guiller (Melinda Dillon), madre
de Barry, el niño abducido al
comienzo del film. Curiosamente, el contacto entre nuestra especie humana y los
seres extraterrestres se produce en una singular montaña de Wyoming: la Torre
del Diablo. Ya sabemos el simbolismo que encierra la montaña en nuestro
contexto judeocristiano, si recordamos los pasajes del Antiguo Testamento que
aluden al encuentro entre Moisés y Yahvé en el Monte Sinaí. El paralelismo
no es casual. Los extraterrestres, como ya se encargó de interpretar el
psicólogo Carl G. Jung, hacen las
veces de modernos "dioses tecnológicos" en nuestro secularizado mundo
occidental. Los incomprendidos protagonistas —Roy y Gillian—, como los antiguos
profetas y visionarios, se ven menospreciados por familiares y amigos, y
obstaculizados por el establishment (en
este caso, representado por un gobierno que trata de ocultar las pruebas sobre
la presencia OVNI), para así evitar que sus presuntas ideas y experiencias
arrastren a posibles adeptos.
Encuentros, sin duda, tiene un trasfondo mitológico: una vez más, lo maravilloso
—o numinoso— irrumpe en nuestro mundo
para transformarlo, para deconstruir ideas obsoletas y mostrarnos una nueva
realidad, más amplia, más fantástica, más sublime (es muy significativa, en
este sentido, la escena en la que los científicos extraen un globo terráqueo de
su soporte y lo arrastran hasta otro lugar para buscar las coordenadas donde
ocurrirá el encuentro; nuestro mundo es, pues, tambaleado, removido de sus
cimientos). De hecho, la luz que surge del interior del OVNI en la escena
cumbre del final —rodada en dos hangares inutilizados de la base Brookley de la
USAF, en Mobile (Alabama)— es una luz sobrenatural. El protagonista (Roy)
penetra en ese "otro mundo" con los brazos abiertos y con un rostro
beatífico (casi estigmatizado, debido a las quemaduras producidas por el OVNI),
igual que un san Juan de la Cruz en
pleno arrobamiento místico ante la presencia de lo celestial. Roy no necesita
gafas para protegerse de la cegadora luz, a diferencia de los otros astronautas
humanos que partirán con él. Él ya es un iniciado. Como bien señala J. P. Telotte en El cine de ciencia ficción (2002): "Dado que el encuentro extraterrestre y su consiguiente
contravención de las leyes 'conocidas' y de las tradiciones culturales
proporcionan un mecanismo para plantear cuestiones sobre un tipo de alteridad
definitiva, las resonancias de lo sobrenatural no parecen por completo fuera de
lugar". Para Telotte, en Encuentros
nos encontramos con una historia en la que se cree, se acepta y se afirma de
forma casi religiosa que los humanos no estamos solos en el universo. Pero más
allá de esa cuestión, el film también nos conduce a un encuentro con nosotros
mismos, con nuestro universo interior. Es un viaje iniciático hacia el autoconocimiento.
Los protagonistas persiguen deseos, sueños, esperanzas... Meditan ahora sobre
cuestiones que antes no les importaban. Rompen con sus monótonas vidas pasadas
(Roy se ve afectado en su relación conyugal a causa de su impactante experiencia
OVNI) y se preparan para una vida que sobrepasa lo cotidiano. Una vida que
brinda un sentido de trascendencia y de fraternidad más allá de los intereses
mundanos. Un crítico habló de "misticismo pop" al referirse a Encuentros. Y no andaba muy
desencaminado. El film, ciertamente, puede considerarse una versión posmoderna
del misticismo religioso, como lo es el mundo del "contactismo
extraterrestre", tan en boga a finales de los años setenta. Spielberg
estaba, pues, muy al tanto de lo que se gestaba en torno al Fenómeno OVNI. Se
notaba su enorme interés. "Yo tenía
muy arraigado el convencimiento de que alguien nos había visitado en este siglo
(...) Era muy aficionado a los OVNIs en los años 70, me interesaba el fenómeno
y leía sobre el tema", declaró en una entrevista. De ahí que supiera emplear
convincentemente los ingredientes ufológicos en una historia épica sobre el
destino del ser humano y su conexión cósmica, haciendo especial énfasis en la
importancia de sentirnos como un niño (como Barry, el niño abducido) ante la
inmensidad y los misterios del cosmos (también los alienígenas del film parecen
niños). "Hicimos la película con un
espíritu infantil, creyendo cosas que no tienen ninguna lógica (...) Para mí,
temáticamente, Close Encounters habla
de niños que abren puertas a preciosas fuentes de luz", confiesa Spielberg.
Precisamente, yo era un niño cuando vi Encuentros. Me impactó. Y desde entonces, ya no volví a observar el
firmamento con los mismos ojos... Tomé conciencia de que hay infinidad de civilizaciones
esparcidas por el espacio sideral que, a buen seguro, también esperan la
llegada de alguna luz misteriosa de lo alto, capaz de ofrecerles respuestas a
sus eternas dudas, que serán probablemente muy parecidas a las nuestras.
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UNA DE LAS ESCENAS PRINCIPALES DEL FILM |
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EL DIRECTOR DE CINE STEVEN SPIELBERG |
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ESTRENO DEL FILM EL 16-11-77 |
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LOS RADARES DETECTAN UNA PRESENCIA OVNI |
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ESCENA DEL COMIENZO DEL FILM |
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BARRY, ANTES DE SER ABDUCIDO |
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ASPECTO DE LOS ALIENÍGENAS DE "CLOSE ENCOUNTERS" |
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EL DR. ALLEN HYNEK, ASESOR DEL FILM, APARECIÓ EN UNA ESCENA |
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LA NAVE NODRIZA CORONANDO LA TORRE DEL DIABLO, EN WYOMING |
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EL INTERIOR DE LA NAVE, SEGÚN LAS ESCENAS AÑADIDAS EN LA VERSIÓN DE 1980 |
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EL MENSAJE PRINCIPAL DEL FILM: CONCIENCIARNOS DE QUE NO ESTAMOS SOLOS |
(Por Moisés)
El único film que muestra el fenómeno OVNI más real, ¡y sin otra u otras partes!
ResponderEliminarMagnifica exposición y análisis de la película Moisés,mucha gente de las nuevas generaciones debería verla si no lo han hecho.Supongo que la habrás visto en 4K....¡sensacional!
ResponderEliminarEnrique (Huelva)