El 5 de octubre de 1966, un vecino de Valderas (León) observó sobre las 17 horas un extraño “artefacto” a mucha altura. Tenía forma de proyectil en punta por ambas partes. En esos momentos, empezó a caer del cielo y de forma esparcida una gran cantidad de materia, como hilos finos. Al tocar la sustancia, observó que era una fibra parecida al nylon. Dicho material, lo remitió tres días después al INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial). La carta iba dirigida a Manuel Bautista Aranda, director de la Estación Espacial de Robledo de Chavela (Madrid).
Comparto por primera vez la copia del informe del INTA, de cinco páginas, que conservo desde hace muchos años en el archivo.
Resultado del análisis: seda de araña.
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