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viernes, 6 de septiembre de 2024

'LAS CARTAS DE LOS CONDENADOS', MAGNÍFICO LIBRO DE CHRIS AUBECK SOBRE CHARLES FORT

Hay libros que están destinados a convertirse en clásicos. LAS CARTAS DE LOS CONDENADOS (2024), de Chris Aubeck, lleva ese camino desde su reciente publicación. El autor ha hecho un trabajo meticuloso a la hora de compilar y comentar las cartas de Charles Fort (70 cartas publicadas entre el 21 de junio de 1924 y el 10 de octubre de 1926). “Estas cartas, que reúno aquí por primera vez, permanecen prácticamente desconocidas incluso para los seguidores más dedicados de Fort y pueden considerarse, en cierto sentido, como uno de sus manuscritos perdidos”, afirma Aubeck.  

Si ya New Lands (1923) demuestra a todas luces que Fort es el primer ufólogo del mundo, sus documentos epistolares vienen a ratificarlo, por si quedaba alguna duda. “Charles Fort fue, posiblemente, uno de los pensadores más originales e independientes del siglo XX, así como el primer ufólogo adecuado”, asegura Aubeck. Como era de prever, he disfrutado mucho con la lectura de Las cartas de los condenados y he de felicitar a su autor, al proporcionarnos una documentación de gran valor histórico para saber más sobre este precursor del estudio de lo extraño. Fort no fue un mero coleccionista de noticias raras publicadas en la prensa. Fue un investigador que se preocupó de recoger testimonios, examinar casos y enunciar hipótesis —algunas muy descabelladas, dicho sea de paso— sobre multitud de hechos malditos. “Estoy recopilando material para investigar este tema en general, o las diversas pruebas de la existencia de tierras desconocidas, mundos o regiones estacionarias en el cielo”, declaró en una carta fechada el 3 de julio de 1924 y remitida al diario Richmond Times-Dispatch. 

CHARLES FORT

Y lo más llamativo de todo es que anticipó muchas de las ideas que, décadas más tarde, comenzaron a propagarse tras el surgimiento de la ufología. ¿Fue un visionario con ideas extravagantes o se trató de alguien que reflexionó en profundidad sobre hechos que escapan a toda lógica, planteando posibles hipótesis para explicar su origen y naturaleza? Quizá, ambas cosas. Lo cierto es que Fort planteaba ideas como la que leemos en la carta que remitió al editor del diario The Springfield Daily Republican el 21 de junio de 1924, donde describía varios avistamientos de luces y naves en los cielos: “Estos documentos sugieren que objetos no identificados, a veces individuales y otras en flotillas, visitan la Tierra”. También se refería en otras cartas a sustancias y objetos extraños que caían del cielo. En otra misiva, hablaba de una próxima oposición del planeta Marte y sugería que ello podría estar relacionado con avistamientos de naves y con la caída de sustancias a nuestro planeta. “Es probable que los marcianos hayan visitado a menudo esta Tierra”, sostuvo en una carta enviada al diario The New York Times el 5 de septiembre de 1926. Llegó a sospechar que los marcianos, de alguna manera oculta, han estado controlando a los humanos e incluso explotándolos (¿no recuerda eso a ciertas ideas defendidas por ufólogos como Salvador Freixedo?). Sin duda, Fort se entregó en cuerpo y alma a la búsqueda de datos y a hallar posibles respuestas sobre estas presuntas visitas alienígenas. “Dedico mi tiempo a recopilar datos que sugieren la existencia de otros mundos habitados, posiblemente no entre los planetas que podemos ver y no inaccesiblemente lejanos, cuyos exploradores se han avistado frecuentemente en nuestro cielo”, escribe. Consideraba que más allá de la Tierra existen “mundos fértiles y habitables no muy lejanos”, proponiendo la posibilidad de que, del mismo modo que esos viajeros de otros mundos han llegado a nuestro planeta, “los exploradores terrestres podrían eventualmente hacer viajes hacia ellos”.   

MOISÉS GARRIDO Y CHRIS AUBECK (Sevilla, 30-11-12)

El lector podrá encontrar en esos valiosos documentos epistolares descripciones tan familiares para los ufólogos como “globo iluminado en el cielo”, “nave interplanetaria”, “nave de otro mundo”, “flota de luces en el cielo”, “objetos desconocidos”, “luces misteriosas moviéndose en el mar”, “nave exploratoria”, “luz brillante en el cielo”, etc. Como vemos, Fort ya manejaba conceptos e ideas que muchos años después serían ampliamente difundidos por parte del movimiento ufológico. E incluso especuló sobre un pensamiento muy común entre los estudiosos del fenómeno ovni: “Si bien ha habido muchos informes extraordinarios sobre naves que parecen haber venido de otros mundos cercanos a esta Tierra, uno se pregunta por qué estos datos no son de conocimiento público. Generalmente, creo que hasta que el mundo esté preparado para ello, nada es ampliamente conocido o aceptado”, manifestó en su carta del 21 de junio de 1924 dirigida al periódico The Burlington Free Press. 

Y ya para concluir —no quiero seguir destripando este fabuloso libro que recomendamos encarecidamente—, deseo subrayar que Fort fue un hombre adelantado a su época, proporcionando en sus escritos bastante información sobre fenómenos anómalos y otras cuestiones heterodoxas, y aportando, a su vez, sugerentes elucubraciones. El ensayo de Aubeck, por tanto, reivindica a una figura crucial, pionera, que hemos de tener muy presente a la hora de ahondar en los orígenes del estudio de los objetos volantes no identificados. Está claro que no fue en 1947, sino un cuarto de siglo antes. 

(Por Moisés)

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