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sábado, 8 de septiembre de 2018

CONFIDENTES (Moisés Garrido, "Enigmas Express", mayo 2003)

No hace falta recordar que quien protagoniza una experiencia anómala suele ser tildado en muchas ocasiones de alucinado, o se convierte en blanco de las más crueles burlas, a veces incluso por parte de familiares y amigos. La ignorancia social sobre estos otros aspectos limítrofes de la realidad, como los que nos presenta la Parapsicología, hace que muchos nieguen a priori tales sucesos. Por eso, muchos testigos suelen ser reticentes a la hora de narrar sus vivencias paranormales o ufológicas. Solo cuando se entera de que alguien investiga seriamente estas cuestiones, es cuando por fin encuentra una oportunidad única para confesar sus experiencias, buscando en el investigador la complicidad, alguien que le oiga con respeto y que pueda brindarle una posible respuesta a lo que le ocurre, si es que la hay. Los que andamos metidos en estos temas, recibimos muchas veces aviso de alguien que desea contarnos algo extraño que le viene sucediendo desde hace tiempo. Lo normal es que los investigadores vayamos en busca del testigo, sin embargo, hay ocasiones en que es al revés...

24 horas antes de escribir estas líneas, me reunía con una mujer, hermana de un buen amigo mio. Días antes me dijo: “A ver si podemos quedar en alguna ocasión, tengo que contarte cosas que me están pasando”... Es una frase que hemos oido repetídamente a lo largo del tiempo que venimos dedicándonos a estos temas. Esta persona me contó con pelos y señales lo que le ocurre desde hace años. Visiones a modo de flash, extrañas premoniciones tanto en sueños como en estado de vigilia, proyecciones astrales, etc. Ni siquiera es algo que cuente a sus más allegados, ni a su propio marido. Alguna vez le refirió algo, pero recibió como respuesta la manida frase de “eso son tonterías tuyas”... Así que esta mujer ignoraba si eran experiencias muy raras o, por el contrario, muy comunes, si eran peligrosas, si las podía llegar a controlar, etc. Las casi dos horas que estuvimos charlando han servido al menos para que ella tomase conciencia de que son experiencias protagonizadas por muchas otras personas, que no se trata de psicopatologías, que no debe tener miedo alguno, y que no ha de obsesionarse con el tema. Al decirle que son fenómenos perfectamente tipificados por la Parapsicología, que se están estudiando desde hace mucho tiempo y que debe de asumirlos como algo normal en su vida, se sintió muy aliviada. Como si se le hubiese quitado una carga de encima. He quedado en pasarle algunos artículos y libros sobre tales experiencias parapsíquicas. Está bien que se informe y se documente sobre lo que le ocurre. Que conozca otras historias similares a la suya. En este caso concreto, la mujer vive con total normalidad estos fenómenos. No se ha visto afectada psíquica y emocionalmente por esas experiencias. Únicamente le preocupaba saber de qué se trataba y si podían tener consecuencias negativas en un futuro. Le desterré esa idea de su mente y prometí seguir charlando con ella más veces.

Pero, ¿y los casos en los que el testigo vive con horror las experiencias paranormales? ¿Qué podemos hacer para ayudarles?... Me siento impotente cuando alguien me cuenta con angustia que está viviendo fenómenos de tipo poltergeist, presencias acechantes, terribles sueños recurrentes, visitas de dormitorio, voces amenazantes, etc. Cuando a solas te pide que por favor le ayudes, ¿qué puedes hacer?... Si le recomiendas que visite a un psicólogo o, en caso más extremo, a un psiquiatra, cree que estás insultándole o interpretando sus vivencias como de origen alucinatorio. Quiere saber a qué se enfrenta. Por qué ha sido víctima de esos fenómenos. Necesita una respuesta clara e inmediata al hecho de que su vida haya sido salpicada por sucesos inexplicables que escapan a toda lógica. Son individuos atormentados y desesperados que recurren al investigador de lo paranormal esperando que le solucione su problema. Pero poco podemos hacer... Son fenómenos inconscientes e involuntarios que no se rigen por parámetros físicos conocidos. Únicamente podemos ayudarles con nuestras palabras, convenciéndoles de que tengan confianza en sí mismos, que sean fuertes psicoemocionalmente, que no se obsesionen y que intenten estar acompañadas el mayor tiempo posible, salir a pasear, oxigenar su mente con temas no relacionados con el mundo del misterior, etc.

El protagonista de los fenómenos paranormales necesita que los que estudiamos sus vivencias seamos a la vez sus amigos. Necesita un confidente a quien contarle lo que le ocurre. A veces, les sirve como psicoterapia el compartir la experiencia con alguien que sabe comprenderle. Muchas veces, los familiares y amigos no se imaginan el daño que pueden ocasionar a la víctima de estos fenómenos, con sus desprecios y burlas. Ésta, se siente incomprendida y se aisla, creándose un mundo aparte. Se distancia de la sociedad, porque la sociedad le ve como un “bicho raro”. Por eso, lo que no podemos hacer los investigadores con estas personas es llegar a la cita, ponerles la grabadora delante de la boca y marcharnos a los diez minutos. Es importante brindarles nuestra amistad, saber escucharles, dejar que se desahogen, comprender sus angustias, sus miedos y respetar la interpretación que hacen de sus vivencias, aunque consideremos que no es la correcta. Ya tendremos tiempo de decirle de qué puede tratarse, o si tiene explicación o no. No podemos llegar y finiquitar el caso en una sola tarde. Soy de los que mantienen contacto durante muchísimo tiempo con estos individuos, algunos de los cuales son hoy buenos amigos míos. Además, no siempre la persona recuerda en una primera cita todo lo que le ha ocurrido. Se le agolpan mil cosas en la cabeza y cuando te vas se acuerdan de algo importante que no te han contado. Por otra parte, estos casos no son únicos ni vienen aislados, sino que existen precedentes en la niñez o antecedentes en la familia. La mujer a la que antes aludí, ya había tenido un avistamiento OVNI de pequeña, en compañía de su padre. Charlaré con ella en estos días.

No olvidemos que el testigo es la pieza fundamental en la fenomenología paranormal. Hemos, por tanto, de respetarle. Que vea en nosotros alguien en quien confiar. Y si nos pide que no revelemos sus datos personales en nuestros trabajos divulgativos, así hemos de proceder. Lamentablemente, hay investigadores que no respetan la decisión del testigo de permanecer en el anonimato, llegando incluso a facilitar sus teléfonos a terceras personas y, peor aún, a programas de televisión que usan como espectáculo circense nuestros temas. Y eso me parece vergonzoso e imperdonable. Seamos consecuentes a la hora de actuar como investigadores de estos temas. Jamás olvidemos nuestra responsabilidad como tales. 

MOISÉS GARRIDO
(Publicado en Enigmas Express, mayo 2003)


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