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sábado, 30 de junio de 2018

HASTA SIEMPRE, QUERIDO IGNACIO...

La muerte llega sin avisar, a traición, cuando menos se espera... Y cuando pilla por sorpresa a un ser querido, el dolor es inmenso. Sí, Ignacio Darnaude Rojas-Marcos (Sevilla, 1931) fue para mí un ser muy querido, no solo un colega ufólogo. Por eso he sentido tanto su fallecimiento, acaecido repentinamente en la noche del pasado 26 de junio. Y es que entre nosotros se afianzó una estrecha amistad desde que tuve la fortuna de conocerle allá por 1989. Con Ignacio he aprendido mucho durante las innumerables reuniones mantenidas en su acogedor hogar (el "templo darnaudiano", como yo lo llamaba). Poseía amplios conocimientos sobre muchos temas heterodoxos —OVNIs, parapsicología, apariciones marianas, sociedades secretas, esoterismo, espiritualismo, metafísica, criptozoología, etc.— y tenía una manera muy sui generis de abordarlos y de conectarlos entre sí. Al final, recurría siempre a sus novedosas teorías de la Elusividad Cósmica y del Gran Teatro Cósmico. Para él, existen otras realidades alternativas que interactúan con nuestra realidad física. "Nos quedamos mudos al saber que el pluricosmos multidimensional consta de infinitos recintos frecuenciales, planos vibratorios, niveles de realidad, universos paralelos y esferas de existencia habitados, que coexisten interpenetrados en el eterno presente", me decía hace veintiún años en una de sus muchas cartas que solía escribirme. 

Acertadamente, es considerado el 'filósofo de la ufología'. Nadie como Ignacio ha sido capaz de radiografiar el enigma de los platillos volantes, tratando de averiguar el verdadero motivo de su juguetona y esquiva presencia en nuestro mundo. Y nos ofreció pistas sorprendentes: "Creo que estos viajeros siderales se proponen mentalizar gradualmente a esta retrasada grey terrenal en torno a la complejidad y diversificación cuasi infinitas que se enseñorean del universo. Su comportamiento absurdo es una táctica deliberada con miras de quitarse hierro a ellos mismos y no convencernos al cien por cien acerca de la existencia real de los forasteros del espacio", me explicaba en una entrevista que le realicé para el periódico Enigmas Express (agosto de 2001). Esa fue precisamente la base de la transufología, una línea de pensamiento que desarrolló para centrar toda la atención en los elementos absurdos y en el papel que juega el ser humano en medio de esta escenificación cósmica orquestada, según él, por presuntas entidades extrahumanas. Le preocupaba saber quiénes son dichas entidades, de dónde vienen y qué se proponen. Sus originales trabajos sobre el contactismo extraterrestre y su voluminoso UMMOCAT —fuente de obligada lectura para los ummófilos—, son de un inestimable valor. Lo cierto es que se nos ha ido un excelente ufólogo, aunque yo destaco sobremanera su humildad y su generosidad, cualidades que escasean en el mundillo del misterio. Sin duda, Ignacio fue una persona a la que tuve un cariño enorme y una profunda admiración. Nunca le olvidaré. Su ausencia la sentiré siempre...  

IGNACIO DARNAUDE Y SU ESPOSA MARILUZ PORTA (29-05-08)
OBRAS DE IGNACIO DARNAUDE



(Por Moisés)

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