Hay libros que están destinados a convertirse
en clásicos. LAS CARTAS DE LOS CONDENADOS (2024), de Chris Aubeck, lleva
ese camino desde su reciente publicación. El autor ha hecho un trabajo
meticuloso a la hora de compilar y comentar las cartas de Charles Fort
(70 cartas publicadas entre el 21 de junio de 1924 y el 10 de octubre de 1926).
“Estas cartas, que reúno aquí por primera vez, permanecen prácticamente desconocidas
incluso para los seguidores más dedicados de Fort y pueden considerarse, en
cierto sentido, como uno de sus manuscritos perdidos”, afirma Aubeck.
Si ya New
Lands (1923) demuestra a todas luces que Fort es el primer ufólogo del
mundo, sus documentos epistolares vienen a ratificarlo, por si quedaba alguna
duda. “Charles Fort fue, posiblemente, uno de los pensadores más originales
e independientes del siglo XX, así como el primer ufólogo adecuado”,
asegura Aubeck. Como era de prever, he disfrutado mucho con la lectura de Las
cartas de los condenados y he de felicitar a su autor, al proporcionarnos
una documentación de gran valor histórico para saber más sobre este precursor del
estudio de lo extraño. Fort no fue un mero coleccionista de noticias raras
publicadas en la prensa. Fue un investigador que se preocupó de recoger
testimonios, examinar casos y enunciar hipótesis —algunas muy descabelladas,
dicho sea de paso— sobre multitud de hechos malditos. “Estoy recopilando
material para investigar este tema en general, o las diversas pruebas de la
existencia de tierras desconocidas, mundos o regiones estacionarias en el cielo”,
declaró en una carta fechada el 3 de julio de 1924 y remitida al diario Richmond
Times-Dispatch.
CHARLES FORT
Y lo más llamativo de todo es que anticipó
muchas de las ideas que, décadas más tarde, comenzaron a propagarse tras el
surgimiento de la ufología. ¿Fue un visionario con ideas extravagantes o se
trató de alguien que reflexionó en profundidad sobre hechos que escapan a toda
lógica, planteando posibles hipótesis para explicar su origen y naturaleza?
Quizá, ambas cosas. Lo cierto es que Fort planteaba ideas como la que
leemos en la carta que remitió al editor del diario The Springfield Daily
Republican el 21 de junio de 1924, donde describía varios avistamientos de luces y naves en los cielos: “Estos documentos sugieren que objetos no
identificados, a veces individuales y otras en flotillas, visitan la Tierra”.
También se refería en otras cartas a sustancias y objetos extraños que caían
del cielo. En otra misiva, hablaba de una próxima oposición del planeta Marte y
sugería que ello podría estar relacionado con avistamientos de naves y con la
caída de sustancias a nuestro planeta. “Es probable que los marcianos hayan
visitado a menudo esta Tierra”, sostuvo en una carta enviada al diario The
New York Times el 5 de septiembre de 1926. Llegó a sospechar que los
marcianos, de alguna manera oculta, han estado controlando a los humanos e
incluso explotándolos (¿no recuerda eso a ciertas ideas defendidas por ufólogos como Salvador Freixedo?). Sin duda, Fort se entregó en
cuerpo y alma a la búsqueda de datos y a hallar posibles respuestas sobre estas
presuntas visitas alienígenas. “Dedico mi tiempo a recopilar datos que
sugieren la existencia de otros mundos habitados, posiblemente no entre los
planetas que podemos ver y no inaccesiblemente lejanos, cuyos exploradores se
han avistado frecuentemente en nuestro cielo”, escribe. Consideraba que más
allá de la Tierra existen “mundos fértiles y habitables no muy lejanos”,
proponiendo la posibilidad de que, del mismo modo que esos viajeros de otros mundos
han llegado a nuestro planeta, “los exploradores terrestres podrían
eventualmente hacer viajes hacia ellos”.
MOISÉS GARRIDO Y CHRIS AUBECK (Sevilla, 30-11-12)
El lector podrá encontrar en esos valiosos
documentos epistolares descripciones tan familiares para los ufólogos como “globo
iluminado en el cielo”, “nave interplanetaria”, “nave de otro
mundo”, “flota de luces en el cielo”, “objetos desconocidos”,
“luces misteriosas moviéndose en el mar”, “nave exploratoria”, “luz
brillante en el cielo”, etc. Como vemos, Fort ya manejaba conceptos e ideas
que muchos años después serían ampliamente difundidos por parte del movimiento ufológico.
E incluso especuló sobre un pensamiento muy común entre los estudiosos del
fenómeno ovni: “Si bien ha habido muchos informes extraordinarios sobre
naves que parecen haber venido de otros mundos cercanos a esta Tierra, uno se
pregunta por qué estos datos no son de conocimiento público. Generalmente, creo
que hasta que el mundo esté preparado para ello, nada es ampliamente conocido o
aceptado”, manifestó en su carta del 21 de junio de 1924 dirigida al
periódico The Burlington Free Press.
Y ya para concluir —no quiero seguir destripando este
fabuloso libro que recomendamos encarecidamente—, deseo subrayar que Fort fue
un hombre adelantado a su época, proporcionando en sus escritos bastante
información sobre fenómenos anómalos y otras cuestiones heterodoxas, y aportando, a su vez, sugerentes elucubraciones. El ensayo
de Aubeck, por tanto, reivindica a una figura crucial, pionera, que hemos de tener muy
presente a la hora de ahondar en los orígenes del estudio de los objetos
volantes no identificados. Está claro que no fue en 1947, sino un cuarto de
siglo antes.
(Por Moisés)