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domingo, 6 de septiembre de 2015

EN MIS RATOS LIBROS (III): "FREUD Y JUNG. CORRESPONDENCIA"

Cuando nos sumergimos en la lectura de un buen libro es como si se detuviese el tiempo. Me suele ocurrir siempre que leo alguna obra de Carl G. Jung. Me recreo con sus palabras, las medito y las digiero poco a poco para saborear lo mejor posible las apetitosas enseñanzas que este gran pensador y sabio nos transmitió, y que tan influyentes han sido en el desarrollo de la llamada psicología analítica. Sus brillantes ideas nos ofrecen una visión totalmente reveladora y profunda del inconsciente humano, individual y colectivo. Pero en esta ocasión no voy a comentar un libro firmado por Jung, sino más bien una obra que considero imprescindible para conocer detalladamente la relación profesional, así como la amistad y posterior enemistad, que mantuvo con su mentor Sigmund Freud

La reconocida editorial Trotta lleva años publicando todos los textos que salieron de la pluma de Jung. Están agrupados bajo la colección Obras Completas. No hace falta decir que Trotta, cuya andadura editorial se inició en 1990, se esmera con la máxima exquisitez para acercar al lector libros de un gran nivel cultural sobre temas científicos, filosóficos, religiosos, históricos, etc., no en vano recibió en 1999 el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural. El libro que deseo comentar, Sigmund Freud y C. G. Jung. Correspondencia (2012), aunque no está incluido entre los volúmenes de las citadas Obras Completas, está totalmente vinculado a las mismas. Ha visto la luz en la colección Estructuras y Procesos, de la serie Psicología. Sus 613 páginas lo convierten en una pieza única y muy valiosa para todo interesado en el pensamiento junguiano. 

En la primera reunión que mantuvieron Jung y Freud charlaron durante trece horas ininterrumpidas. Fue en Viena, en 1907. Siete años antes, Jung leyó La interpretación de los sueños, de Freud, y quedó fascinado al conocer el concepto de mecanismo de represión. Sobre todo, porque coincidía plenamente con las investigaciones que él mismo estaba llevando a cabo, aunque no estaba de acuerdo con la causa que proponía el padre del psicoanálisis para explicarlo: el trauma sexual. Freud convirtió su teoría en un dogma. Jung disentía. Aun así, se estableció un fructífero lazo afectivo y profesional entre ambos. "Hacerle justicia a Freud no supone, como muchos temen, la sumisión incondicional a un dogma, ya que se puede muy bien seguir conservando un juicio independiente", sostiene Jung en el prólogo de su monografía Sobre la psicología de la dementia praecox (1906). Tuvieron varias reuniones privadas, compartieron casos clínicos, impartieron conferencias y viajaron juntos. Hasta que en enero de 1913 la relación entre ambos se dio por zanjada, debido a las desavenencias surgidas tiempo atrás. El camino emprendido por Jung, adentrándose por terrenos como la mitología, la religión, la alquimia, la astrología, etc., más su desinterés a la hora de priorizar la teoría de la libido, significó para Freud una traición de alguien que consideraba su alumno más aventajado. Leyendo el intercambio epistolar que mantuvieron entre 1906 y 1913 —recogido en la obra que nos ocupa, repleta de referencias a pies de página y completada con comentarios editoriales a las cartas más un índice analítico—, podemos apreciar con total claridad la tensión que afloró entre ambos, maestro y discípulo, a la hora de defender sus antagónicas respuestas sobre la forma de operar la parte oculta del psiquismo que no está dirigida por la conciencia (una tensión que se vio asimismo alimentada por la atracción que despertó en ambos la paciente histérica Sabine Spielrein, que se convirtió en amante de Jung, una historia retratada en el film Un método peligroso).

A pesar del respeto mutuo que se profesaron hasta el fin definitivo de su amistad (en el trato epistolar solían llamarse de usted y habitualmente Freud encabezaba sus cartas escribiendo "Querido colega", mientras que Jung se dirigía a su mentor como "Muy estimado señor profesor"), la crispación, unas veces más intensas que otras, era unánime, aunque más por parte de Freud, que fue quien dio por concluida su relación personal con Jung: "Le propongo, por tanto, cesar por completo nuestras relaciones privadas" (carta fechada el 3 de enero de 1913). El artífice de la teoría del inconsciente colectivo se sintió por fin liberado de la actitud tan paternal y arrogante de Freud, tomando también la decisión de dimitir como presidente de la Sociedad Psicoanalítica Internacional, que tenía su sede en Zurich. Aquello originó un auténtico cisma, cuyas secuelas aún hoy se perciben en el mundo de la psicología profunda, con bandos claramente diferenciados y hasta opuestos. 

No podemos saber a ciencia cierta quién de los dos influyó más en el otro (me pregunto si Jung hubiese existido sin Freud y Freud sin Jung), pero lo que está claro es que, como bien señala William McGuire en la introducción a la obra aludida, "ambos obtuvieron impulsos creadores a partir de su amistad y del amargo final de esta". Por eso, leer sus misivas supone conocer aspectos íntimos de ambos personajes: sus pasiones, sus sueños, sus proyectos, sus frustraciones... Se aprecia en ellas la dificultad que ambos tienen para separar sus postulados teóricos de lo puramente personal. Freud necesitaba constantemente la aprobación de su pupilo. "No renuncio a esperar que en el transcurso de los años se aproximará mucho más a mí de lo que actualmente considera posible", leemos en la segunda carta enviada por Freud (07-10-1906). Sin embargo, no consiguió ese deseo. "He visto por otra parte con bastante claridad que el término de 'libido' y en general todos los términos transferidos de la sexualidad a su concepción ampliada (y desde luego tienen indudablemente su justificación) resultan equívocos, o al menos no didáctico", le escribe Jung el 31 de marzo de 1907. Freud consideraba que la amistad se resentía cada vez que Jung sacaba a colación alguna idea heterodoxa, como la que expuso en su carta del 8 de mayo de 1911, no sin cierto reproche a su maestro: "Hemos de conquistar también al ocultismo [...] Ahora le estoy dando vueltas a la astrología, cuyo conocimiento aparece como imprescindible para la comprensión de la mitología. En estos oscuros dominios existen cosas maravillosamente extrañas. Déjeme, por favor, vagar a mis anchas por estas infinitudes. Traeré un rico botín para el conocimiento del alma humana"

Podría extenderme más, y lo haría muy gustosamente, pero de lo que se trata es de animar al lector a acercarse a la extensa correspondencia de ambos colosos, reunida en esta magnífica obra editada por Trotta. La cantidad de conocimientos expuestos en sus cartas a través de las lúcidas opiniones clínicas y científicas de ambos colegas, y los datos que suministran sobre el incipiente movimiento psicoanalítico, hacen de estos documentos epistolares un material histórico sin precedentes. Afortunadamente, esta correspondencia se conservó. Jung permitió que Aniela Jaffé, secretaria del Instituto C. G. Jung de Zurich, la leyera. Luego le pidió que se la entregara al doctor C. A. Meier, director de dicho centro. El proceso para la conservación y custodia de las cartas, el consentimiento de Jung y de la familia de Freud para su posible publicación, y los contratos y acuerdos establecidos a posteriori, se explican detalladamente en la introducción de McGuire, que no deja de ser otra lectura sumamente apasionante. En definitiva, Sigmund Freud y C. G. Jung. Correspondencia es una obra fundamental que recomendamos encarecidamente. 


SIGMUND FREUD Y CARL G. JUNG


(Por Moisés)

4 comentarios:

  1. Demuestras con esa sencillez que te caracteriza, tu profundo conocimiento como estudioso de estos temas, de la figura de personajes de traza vital tan compleja, como la de Carl G. Jung. No es para nada frecuente, encontrar por los lares de la blogosfera, con artículos y notas de tanta calidad como las que nos compartes. Enhorabuena Moisés Garrido, y sigue construyendo paso a paso esta gran blog vuestro.

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  2. Una vez más, agradezco tus palabras. Intento, en la medida de mis posibilidades, transmitir a los demás la gran pasión que tengo hacia los libros. Hacia aquellos libros que contienen sabiduría en sus páginas, como los de Jung. Un abrazo.

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  3. Genial recomendación. Has despertado mi curiosidad. Intentare hacerme con el libro ;-)

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  4. Moises,deberías hacer una conferencia para que más gente conozca a este apasionante personaje. El reportaje impecable,como siempre.

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