A mediados de 1975, las sondas Viking 1 y Viking 2 partieron hacia Marte con un claro objetivo: averiguar si en el planeta rojo existía actividad biológica, una posibilidad que ya venían barajando desde mucho tiempo atrás los científicos implicados en la búsqueda de vida extraterrestre. Marte siempre ha sido un buen candidato. Y es que hace millones de años, el agua cubría buena parte de su superficie —como se desprende de los importantes datos obtenidos— y su clima era más cálido y húmedo que en el presente, por tanto, no es descabellado pensar que aún existan microorganismos en el subsuelo marciano. Sin embargo, los tres experimentos llevados a cabo por ambas sondas ("Experimento de Liberación por Pirolisis", "Experimento de Emisión Radioactiva" y "Experimento de Transferencia de Gases") no hallaron el menor rastro de vida. ¿O tal vez sí? Algunos de los científicos que participaron en aquella misión no se mostraron tan pesimistas, pues algunos de los resultados que se interpretaron como meras reacciones químicas pudieron ser compatibles con actividad biológica. La duda siempre quedó en el aire y no se pudo llegar a una conclusión unánime. Para colmo, a principios de 2007, el geofísico Dirk Schulze-Makuck, de la Universidad de Washington State, presentó un informe científico en el que aseguraba que las sondas hallaron pruebas evidentes de actividad microbacteriana, pero por error fueron destruidas.
En una distendida charla que mantuve por teléfono el 9 de enero de 2007 con mi buen amigo Juan Pérez Mercader, prestigioso astrofísico onubense, le puse al corriente de lo afirmado por el doctor Schulze-Makuck. Se quedó sorprendido con lo que le conté, pues no estaba enterado de la nueva polémica, y me aclaró ciertos puntos sobre los análisis realizados por las sondas Viking, a la vez que me aportó detalles sobre los últimos descubrimientos en Marte llevados a cabo por misiones como la Mars Global Surveyor. Completó sus explicaciones citando los análisis realizados por él y otros científicos del Centro Español de Astrobiología (CAB) en el río Tinto de Huelva, un enclave natural donde existe una gran diversidad de microorganismos (entre 1.300 y 2.600 especies de bacterias y protozoos), pese a ser un hábitat adverso para la vida (está contaminado, tiene un pH de 2.2, lo que significa que es extraordinariamente ácido, y posee un alto contenido de hierro y sulfuros polimetálicos). La analogía entre Marte y el río Tinto es, pues, muy significativa. El doctor Pérez Mercader es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla, Master of Science in Mathematics/Theoretical Physics por el Trinity College (Dublín) y doctor por la City University de Nueva York. Es, además, Senior Research Fellow de la Universidad de Harvard, miembro del Faculty en su Origin of Life Initiative y profesor de investigación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en excedencia. Asimismo, en 1998 publicó los resultados de un importante hallazgo que llevó a cabo junto a un equipo de científicos: la existencia de una nueva propiedad de la materia que bautizaron con el nombre de gravito-magnetismo (al parecer, los cuerpos con masa en movimiento arrastran el espacio-tiempo local, lo que modifica la geometría del Universo). Debido a este descubrimiento, se rumoreó por aquel entonces que el doctor Mercader era uno de los candidatos al premio Nobel. Quiero compartir en esta sección la interesante conversación que ambos mantuvimos sobre un tema tan fascinante como es la vida en Marte.
MOISÉS GARRIDO Y JUAN PÉREZ MERCADER
IMAGEN DEL SUELO MARCIANO TOMADA POR LA 'VIKING 2'
IMAGEN DE LA SUPERFICIE DE MARTE TOMADA POR LA 'MARS EXPRESS'
EL RÍO TINTO DE HUELVA
LIBRO DE JUAN PÉREZ MERCADER
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