Desde
la más remota antigüedad, el hombre ha atribuido un origen sobrenatural a
aquellos fenómenos de su entorno que no podía comprender. Tal fue el caso de
los cometas, antaño de naturaleza imprevisible y cuya aparición
hacía augurar desastres. “Los
autores competían entre sí por dar las descripciones más fantasiosas y así
aumentaban el miedo a los cometas (…) Cuando aparecía un cometa se tomaba nota
del año y luego se describían los acontecimientos terribles que ocurrían poco
después. Esto se consideraba una «prueba» de que los cometas anunciaban
catástrofes. Como es lógico, había hechos terribles todos los años, apareciesen
cometas o no, de manera que allí no había pruebas de nada”, afirma el
escritor Isaac Asimov en
su obra El cometa Halley, donde
aborda diversas cuestiones en torno a estos cuerpos siderales y en especial al que da título a la obra, cuyo recorrido tarda 76 años en acercarse a
nuestro planeta. Su última visita fue en 1986 y se prevé que regrese en el año
2061. Al parecer, ha coincidido en momentos históricos trascendentales. El
asesinato de Julio César en el 44 a.
C. tuvo lugar el mismo año de su paso sobre nuestra orbe. Fue visto por los
cielos de Jerusalén en el 66 a.C. Cuatro años después, la ciudad era tomada por
los romanos. En la Bretaña del año 1066, durante la Batalla de Hastings, los
soldados sajones del rey Harold fueron presa del pánico al observar en
el firmamento una llamarada procedente del temible intruso. Finalmente, fueron
vencidos por las tropas de Guillermo
el Conquistador. Este
hecho dio lugar al inicio de la formación de la moderna Inglaterra.
Sin embargo, pese a su
inicial carácter profético, el cometa no solo fue relevante desde un punto
de vista histórico, sino también desde una perspectiva científica. Siglos
después, en 1682, este misterioso cuerpo volvía a provocar el miedo entre la
población, si bien por aquel entonces ya había estudiosos que habían mostrado
su interés por este tipo de fenómenos desde un punto de vista más racional. Uno
de ellos fue Edmund Halley,
físico, matemático y astrónomo británico, quien tras repasar en antiguos
registros, descubrió que los cometas censados en los años 1531, 1607 y 1682 se
trataban del mismo objeto. Halley consultó a Isaac
Newton, uno de los más prominentes científicos de su época, sobre la fuerza
que podía controlar su movimiento. Newton le respondió que el cometa se
desplazaba de forma elíptica gracias a una fuerza que disminuía con el
cuadrado de su distancia al Sol. Al parecer, las investigaciones de Newton
sobre la gravedad, iniciadas dos décadas atrás, tenían mucho que ver con su
interés por el desplazamiento del cometa. Halley se quedó tan asombrado por su
razonamiento y por sus hipótesis que decidió financiar sus investigaciones.
Gracias a esto, Newton publicó en 1687 sus Principios Matemáticos de la Filosofía Natural, trilogía de libros que aportaban,
entre otros conocimientos, datos muy precisos sobre el movimiento de los
cuerpos celestes. Con esta información, Halley pudo predecir que la siguiente
aproximación del cometa a nuestro planeta sería en el año 1758. Y así ocurrió.
Fue entonces cuando se le bautizó como Cometa Halley. Edmund Halley fue el
primero en calcular la órbita de un cometa. Pero este logro no fue una
casualidad, pues ya tenía una dilatada experiencia en la investigación. Fue
miembro de la Royal Society,
la organización de mayor prestigio intelectual y científico de la época. Su
incesante curiosidad le hizo viajar por varios países de África y América para
estudiar el magnetismo terrestre y calcular la edad de la Tierra según la
concentración de sal en los mares. No conforme con semejantes proyectos, se
interesó por estudiar la desviación angular de la posición aparente del sol
(paralaje), el movimiento y la distancia entre las estrellas (paralaje
estelar). Fue además segundo Astrónomo Real y director del Observatorio de
Greenwich. No cabe duda que se trataba de un hombre único y poco habitual, al
igual que el cometa que lleva su nombre.
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COMETA HALLEY/NASA |
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EDMUND HALLEY/Thomas Murray, 1687 |
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ISAAC NEWTON/Godfrey Kneller, 1689 |
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PRINCIPIOS MATEMÁTICOS DE FILOSOFÍA NATURAL |
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COMETA HALLEY EN LA BATALLA DE HASTINGS/Tapiz de Bayeux |
(Por Claudia)
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