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martes, 13 de mayo de 2025

CONVIVIENDO SEIS DÍAS CON ENRIQUE DE VICENTE

ORDENANDO Y CLASIFICANDO PAPELES EL PRIMER DÍA, YA DE MADRUGADA

Podría parecer el título de una serie documental en Netflix, pero se trata de una experiencia muy real: mi reciente convivencia, del pasado lunes 5 al sábado 10, en casa del gran Enrique de Vicente. 

No resulta fácil resumir lo vivido. Han sido días muy intensos, cargados de emociones. La euforia era constante: por volver a compartir tantas horas con Enrique, por acceder libremente a sus archivos, y por su generosa disposición —una vez más— a cedernos todo aquello que pudiera resultar de interés para nuestro proyecto de recuperación documental, centrado especialmente en temas ufológicos y parapsicológicos. Estoy profundamente agradecido por su confianza y por el valor que otorga a la labor que Claudia y yo realizamos desde PARADIG+ XXI.

MOISÉS, ENRIQUE Y CLAUDIA. PUEDE VERSE PARTE DEL MATERIAL CEDIDO POR ENRIQUE 

La convivencia con Enrique fue como una especie de Gran Hermano del misterio: momentos de buen ambiente, risas, charlas profundas y evocaciones del pasado… pero también algunos roces y discusiones. Es normal: nos une una gran confianza desde hace ya casi 40 años. Inolvidables resultaron las conversaciones informales durante los desayunos, comidas y cenas, en la intimidad de su hogar. Compartimos confidencias, recuerdos personales y nos sumergimos en el universo del misterio, repasando casos e investigaciones. Hablamos de muchos temas: percepción extrasensorial, OVNIs, Ummo, apariciones marianas, paraufología, profecías milenaristas, geopolítica, metahistoria, Vaticano, conspiraciones... Y también de sus inicios en el mundo de lo inexplicado y de su trayectoria al frente de la revista Año/Cero desde su fundación. Con Enrique se aprende constantemente: es un sabio, un buscador incansable de conexiones entre asuntos que, en apariencia, no tienen nada que ver. Escucharlo hablar es un placer, por su vasto conocimiento, su inagotable curiosidad y su peculiar modo de interpretar el mundo y lo trascendental. 

Durante esta nueva visita, y como en la ocasión anterior, me dio plena libertad para explorar sus archivos. Todo está bastante disperso —es lógico—, ya que apenas tiene tiempo libre entre tantos compromisos, viajes y responsabilidades. Pero lo que guarda es un auténtico tesoro: viejos recortes de prensa, informes, libros, revistas, boletines, cartas, cintas VHS y casetes acumulados desde mediados de los años sesenta. Enseguida me puse manos a la obra en la ardua tarea de revisar y organizar buena parte de ese material. Fue un trabajo agotador, pero muy fructífero.

ENRIQUE FIRMANDO UNA DEDICATORIA A CLAUDIA

Reconozco que fueron seis días intensísimos. Dos noches no dormí; el resto, apenas cinco horas por noche. El volumen de documentación por revisar era impresionante. En nuestra anterior visita (del 10 al 12 de marzo) nos habíamos centrado principalmente en la planta baja, en el garaje, donde conserva buena parte de su archivo. Esta vez, además de retomar lo que dejamos pendiente allí, me enfoqué en la buhardilla, repleta de libros y de cajas escondidas en los rincones más insospechados. En esas cajas había de todo. Confieso que la cantidad de papeles era tal, que al principio me sentí completamente desbordado. Pensé que sería imposible ordenar y clasificar todo aquel material en solo seis días. Aquello requería, como mínimo, varios meses de trabajo intensivo. Ante ese panorama, decidí respirar hondo y asumirlo con filosofía: “Haré lo que pueda”, me dije. Y con dolor en las rodillas tras tantas horas agachado, moviéndome a cuatro patas y sumergido en los rincones donde se estrecha el techo de la buhardilla —me golpeé la cabeza varias veces, por cierto—, fui abriendo caja tras caja, topándome con kilos de papeles sobre muy diversos temas. “Has hecho arqueología del misterio en sentido estricto”, me dijo Javier Sierra ayer, cuando le conté lo vivido durante esos días. 

De las cajas no solo emergían documentos, sino también una gran cantidad de libros. Fui colocando muchos de ellos en las estanterías y, por indicación de Enrique, separé los que trataban sobre Egipto. Su biblioteca es fabulosa: contiene auténticas joyas. Disfruté especialmente reorganizando su sección dedicada a la ufología: títulos fundamentales, rarezas bibliográficas, ediciones extranjeras… Y entre los papeles comenzaron a aparecer también publicaciones ufológicas y parapsicológicas en varios idiomas. Me sorprendió, una vez más, encontrar revistas y boletines que desconocía por completo. Enrique, con su generosidad habitual, me permitió llevarme todo lo que quisiera. 

EL MATERIAL CEDIDO POR ENRIQUE CRECÍA CONTINUAMENTE. EN CADA RINCÓN DE LA CASA,
ENCONTRAMOS VERDADERAS JOYAS UFOLÓGICAS Y PARAPSICOLÓGICAS 

También hallé carpetas, informes, proceedings, documentación diversa y especializada. La sensación era contradictoria: por un lado, me sentía agotado; por otro, entusiasmado. En las fotos que incluyo al final de este relato pueden verse algunos de los tesoros que Enrique tuvo la amabilidad de cedernos. 

El jueves 8, Enrique fue a recoger a Claudia a la estación de Chamartín (tenía esa semana muy ocupada y no pudimos ir juntos el día 5). Con su llegada, la labor se agilizó notablemente. Mientras ella se encargaba de una parte del archivo, yo continuaba con otra. La noche anterior no dormí, y aun así pude seguir con la tarea, a pesar del cansancio. La coordinación entre los tres fue excelente, y Enrique se mostró sorprendido por el avance logrado en tan poco tiempo. Hubo un momento en que tuve que convencerlo de algo importante: muchos de esos papeles ya no tenían valor real y solo ocupaban espacio. Sé que no es fácil desprenderse de ciertas cosas —menos aún cuando forman parte de toda una vida dedicada a la investigación y la recopilación—, pero llega un punto en que hay que hacer una criba. Ya no estamos en edad de seguir acumulando material inservible. Es mejor dejar sitio a lo que verdaderamente importa.

GUSTAVO Y LOLA APROVECHARON LA OCASIÓN PARA QUE ENRIQUE LES FIRMARA ALGUNOS LIBROS

Enrique estuvo muy ocupado en todo momento, atendiendo llamadas y mensajes de WhatsApp, además de sus compromisos habituales con Cuarto Milenio y Horizonte. Se disculpaba por no poder estar con nosotros todo el tiempo, pero le decíamos que no se preocupara, que siguiera con sus cosas mientras nosotros poníamos orden en su caótico archivo. Lo hacíamos con gusto, y le estábamos profundamente agradecidos por su confianza, su hospitalidad y por cedernos tantísimo material. Ojalá viviéramos más cerca para poder ayudarle con frecuencia. Como anécdota, contar que Enrique, ese mismo jueves por la noche, hizo un directo para su canal de YouTube. Iba a comentar cuestiones relacionadas con el nuevo papa León XIV y las profecías. Mientras nosotros veíamos el directo en su televisor, le escuchábamos al mismo tiempo desde su estudio. Nos resultaba muy curioso estar allí presentes, ya que todos los viernes solemos ver sus emisiones desde casa. 

El sábado 10, a la hora de comer, llegaron nuestros queridos amigos Gustavo Doménech y Lola Velasco —conductora del podcast La Gata Cristy—, que estaban en Madrid desde el día anterior. Su ayuda nos vino muy bien para dar el empujón definitivo. Durante las seis horas que estuvieron en casa de Enrique, subieron una gran cantidad de papeles desde el garaje hasta la buhardilla, para que no siguieran dispersos. También metieron en cajas todo el material que nos llevaríamos. Por supuesto, no faltaron las fotos ni las dedicatorias. Enrique estaba muy contento de ver el “lavado de cara” que habíamos dado a su archivo en tiempo récord. Aun así, hemos quedado para después del verano, ya que aún quedan archivadores y cajas repletas de papeles que revisaremos con Enrique, quien deberá decidir qué conservar y qué desechar. Le agradecemos también que nos haya regalado varios libros. A las nueve de la noche del sábado partimos hacia Alicante en el coche de Gustavo, cargado hasta los topes de cajas. Misión cumplida.

EN EL ESTUDIO DE SU CASA DESDE DONDE ENRIQUE EMITE SU CANAL DE YOUTUBE  

No tenemos más que palabras de agradecimiento a Enrique por todo el cariño que nos brindó esos días. Y por su paciencia. Ha sido una experiencia inolvidable. Sin duda, es un privilegio compartir tantas horas con un verdadero maestro en estas temáticas fronterizas del conocimiento, con tantas vivencias acumuladas. Nos sentimos muy afortunados. Además, su colaboración con nuestro proyecto PARADIG+ XXI —como también hacen otros buenos amigos— contribuye notablemente a la recuperación y preservación de material histórico sobre estas materias. Tenemos mucha tarea por delante con el escaneo de documentos y la digitalización de cintas VHS y casetes. Pero merece la pena seguir compartiendo todos estos tesoros para que no queden en el olvido.




































(Por Moisés)

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