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viernes, 19 de febrero de 2016

EN MIS RATOS LIBROS (VIII): "PARA VOS NACÍ. UN MES CON TERESA DE JESÚS" (Espido Freire)

Todo intento de sintetizar la fascinante biografía de Teresa de Jesús (1515-1582), así como su extraordinaria obra literaria, es sumamente complicado. Hay que conocer muy bien al personaje, saber situarlo en el contexto de su época y tener cierta destreza a la hora de examinar el fenómeno místico, lo cual no es fácil. Hay muchas biografías de Teresa de Jesús pero, lamentablemente, la mayoría peca de lo mismo: una visión excesivamente piadosa y edulcorada de la santa abulense. Eso no ocurre con el libro que nos ocupa, pues aunque ensalza —con acierto y sin exageraciones— a la gran mística del Siglo de Oro, no cae en el tópico de ser una biografía —y menos, una hagiografía— al uso, sino mucho más, lo que lo convierte en un enriquecedor relato cercano, íntimo y profundo presentado a modo de diario. No todo es biografía en su contenido. Espido Freire (Bilbao, 1974), premio Planeta 1999, reflexiona sobre muchos aspectos de Teresa de Jesús, estando de acuerdo con ciertas conductas suyas y en desacuerdo con otras. Su vida personal, su mundo interior, sus relaciones con los demás y sus diálogos con lo celestial, entre otras muchas cuestiones, se abordan de forma pormenorizada y reflexiva. El personaje, ciertamente, da mucho juego. Y es que Teresa fue una mujer compleja, de arrolladora personalidad, de mente inquieta, de ideas fijas, muy rebelde y obstinada. "Teresa hizo en el siglo XVI lo que le dio la gana (la mayor parte del tiempo), y lo haría ahora, no sabemos si crecida por las facilidades que le darían, o algo suavizado su carácter porque no sería necesaria tanta lucha", señala Freire, quien reconoce la importancia y profundidad del misticismo, a pesar de declararse agnóstica (también yo, a pesar de declararme ateo).  

Su condición de mujer —quedaban aún siglos para plantearse siquiera una posible igualdad entre ambos sexos— le hacía mantener una actitud de obediencia, máxime perteneciendo a una institución machista y misógina como era —y sigue siendo a día de hoy— la Iglesia católica. Por tanto, si una mujer luchaba por conseguir un objetivo, y al final lograba ser escuchada, hacer cambiar de opinión a un varón o derrumbar ideas o estructuras anquilosadas, se debía a un valeroso esfuerzo tras sortear numerosas dificultades. Y Teresa es un claro ejemplo de ello. Su cabezonería tuvo mucha culpa, sin duda. Pero también su inteligencia y su fino olfato, sin olvidar su destacado carisma, que supo usar muy hábilmente para sus propósitos fundacionales. "Sabía que el poder —salvo en el caso concreto de algunas viudas ricas que podían ayudarla (y a las que frecuentó todo lo que pudo)— se encontraba en manos de los hombres, y a ellos se dirigió, humilde, cuando fue necesario, insistente, y con un poder de seducción que nadie le negó nunca", escribe acertadamente Freire.

De Teresa, y eso lo acentúa la escritora vasca, hemos de resaltar asimismo su pasión por la lectura. No entendía que se prohibiera leer la Biblia y otros libros sobre doctrina religiosa. Había un control tremendo por parte de la Iglesia y el implacable Índice de Libros Prohibidos hacía de las suyas. Y no digamos la Inquisición. La mística era el camino apropiado para buscar la trascendencia, más que los libros, pero también el místico era vigilado celosamente, y más siendo mujer. Si, como asegura Espido, Teresa creía que la condición de religiosa resultaba más libre que la de esposa, pienso que se equivocaba. La sumisión era similar. Es más, en la Iglesia tenía que obedecer a un mayor número de hombres obsesionados con el dogma, el poder y el control, y encima con la Inquisición al acecho si presentaba manifestaciones místicas (confiscaron su Libro de la Vida —tras ser denunciada por la pérfida princesa de Éboli— y la sometieron a duros interrogatorios). "Quisieron exorcizarla, encerrarla en una celda, procesarla en auto de fe, quemarla, la excomulgaron, le impidieron abrir conventos, le prohibieron comulgar por largos períodos, censuraron sus libros, persiguieron a sus amigos...", subraya Espido. Por eso, me llama poderosamente la atención que personas tan inteligentes como Teresa se hayan doblegado a lo largo de la historia ante el poder eclesiástico. Sus razones tendrán, aunque no logro entenderlas... De todos modos, Teresa hizo lo que pudo y supo: fundar conventos y escribir. Y le salieron bien ambas cosas, pese a tantos obstáculos. Bueno, y también buscaba a Dios con anhelo. "Se complace en la belleza y el equilibrio que le da el contacto divino. Todos los atributos del amado perfecto los encuentra en Dios", remarca Espido. Teresa aseguraba que se comunicaba en ocasiones con Dios a través del éxtasis (experimentó un centenar de arrobamientos místicos —el primero, en 1558 con 43 años—). Hoy, tales visiones podemos enfocarlas de muchas maneras. Hace un año, al cumplirse el V Centenario de su nacimiento, salió a la luz un artículo de mi autoría titulado Neuroteología. Santa Teresa a la luz de la medicina (Clío Historia, marzo 2015), donde me hacía eco de las interpretaciones psicológicas, psiquiátricas y neurológicas que diferentes especialistas —desde Nóvoa Santos, autor de Patografía de Santa Teresa (1932), hasta Esteban García Albea, autor de Teresa de Jesús: una ilustre epiléptica (2002)— nos han ofrecido de los presuntos éxtasis protagonizados por la santa abulense. Un asunto controvertido y que despierta un rechazo absoluto en los católicos más conservadores, que consideran una osadía, incluso una ofensa, que alguien pueda dudar de la estabilidad mental de Teresa. No obstante, considerar que Teresa pudo haber sufrido epilepsia (concretamente, la denominada epilepsia de Dostoievski) no resta nada a sus muchas virtudes, a su gran capacidad intelectual y a su sincera devoción religiosa. Estoy de acuerdo, pues, con lo que escribe Freire: "Lo que me resulta más fascinante de esta experiencia es que, epiléptica o no, Teresa creía firmemente que entraba en comunión con Dios y con los ángeles, y así lo creían también los demás. Su fe era ingenua, su lucha por perfeccionarse espiritualmente también, y nada, ni los dolores, la parálisis o la crítica ajena la apartaron de una senda en la que ella encontraba la felicidad y que pensaba que le aseguraba la salvación"

En definitiva, no puedo más que recomendar Para Vos nací. Un mes con Teresa de Jesús (Ariel, 2015), de la magnífica escritora Espido Freire —son muy amenos los capítulos dedicados a la relación amistosa de Teresa con hombres y mujeres, y también el que trata sobre sus enemigos ocultos— y, por supuesto, sobra decir que recomiendo las obras de nuestra mística por excelencia: Las Moradas, Camino de perfección, Libro de las Fundaciones... Merecen la pena, y lo dice alguien que no es creyente, pues como bien apunta Espido: "Con todas sus contradicciones, defectos, debilidades, errores y precipitaciones, (Teresa) continúa siendo un modelo de referencia para muchas personas, cristianas o no, que ven en ella todo aquello que desearían encontrar en sí mismas".  




CLAUDIA M. MOCTEZUMA, ESPIDO FREIRE Y MOISÉS GARRIDO
(La Rábida, Huelva, 24-07-15)

(Por Moisés)

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