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martes, 12 de mayo de 2020

116 AÑOS DEL NACIMIENTO DE SALVADOR DALÍ

Hoy hace 116 años que nació un genio llamado Salvador Dalí. Sus obras plásticas son muy conocidas. ¿Pasa lo mismo con sus obras escritas? No. Y es una pena. Dalí fue un gran escritor, con un estilo muy sui generis. Y esa faceta literaria del artista de Port Lligat sigue siendo muy desconocida para el gran público, incluso para los entusiastas del arte surrealista. Entre todos sus escritos, que son muchos, quiero resaltar dos maravillosos libros: Vida secreta de Salvador Dalí (1942) y Diario de un genio (1964).

SALVADOR DALÍ

Si queremos conocer de verdad a Dalí es menester leer ambas autobiografías, ya que contienen muchos datos desconocidos y sorprendentes. Sobre todo, expone detalles y anécdotas de su agitada vida que nos permiten ahondar en su complicada personalidad, ya que saca a la luz los complejos, las fantasías, las alucinaciones, los tormentos y las fijaciones escatológicas que le acompañaron desde la infancia —mejor dicho, desde su vida intrauterina, porque afirmaba recordarla perfectamente—. Por supuesto, la megalomanía, la provocación, la extravagancia, el humor, la ironía y el exhibicionismo del autor están muy presentes en las páginas de ambas obras. Aunque, dicho sea de paso, también su sinceridad, pues narra hechos muy íntimos que le dejan a veces en mal lugar, ya que revelan abiertamente sus paranoias, su enfermiza sexualidad y sus malos rollos con sus progenitores. Para muchos críticos, estamos ante dos libros malditos. Lo cierto es que son odiados y amados a partes iguales. No obstante, sin ambos textos, quizá seríamos incapaces de entender el esotérico universo daliniano reflejado en sus extraordinarias creaciones artísticas. Él mismo confesó que lo que no podía decir con la pintura, lo completaba escribiendo. Además, me atrevo a asegurar que no existe en el mundo autobiografías más sinceras que las escritas por Dalí (a pesar de contener errores, incoherencias y fabulaciones). Nadie como él para confesar lo inconfesable y reconocer que "mi memoria ha soldado el conjunto en una masa tan homogénea e indestructible, que sólo un examen críticamente objetivo de ciertos sucesos, que son demasiado absurdos o claramente imposibles, me obliga a considerarlos como falsos recuerdos".             

Dalí escribió su Vida secreta en francés. La traducción al castellano corrió a cargo de César Augusto Jordana. Tras revisar el original, manifestó asombrado: "El manuscrito del señor Dalí, respecto a la grafía, la ortografía y la sintaxis, es probablemente uno de los documentos más fantásticamente indescifrables que hayan salido de la mano de un autor. El manuscrito está escrito en papel manila, con una grafía casi ininteligible, sin apenas puntuaciones ni divisiones en párrafos, y con una ortografía delirante y caprichosa que inundaría de sudor la frente de un buen lexicógrafo". Ciertamente, Dalí no respetaba la sintaxis, no separaba los párrafos, no solía puntuar, abusaba del barroquismo y mostraba a menudo una caligrafía ininteligible. Por su parte, la periodista Elsa Maxwell llegó a declarar que el libro es muy recomendable para los que se interesan por "los laberintos de la psiconeurosis". Mientras que George Orwell dijo que Dalí era un ser indeseable y que su libro "es un ataque directo e inequívoco al sentido común y a la decencia más elemental". Por el contrario, el crítico de arte Rafael Santos Torroella escribió: "Es un libro no solo necesariamente espléndido, sino que constituye como documento humano y de introspección artística, por más que deba someterse a caución lo relatado en muchas de sus páginas, una obra maestra del género autobiográfico universal, superior en tal sentido a las confesiones de un Cellini o un Rousseau".
  
Y con respecto a Diario de un genio, que recoge todo lo que la mente de Dalí puede dar de sí —que es bastante—, quedémonos con las palabras que él mismo expresa en las primeras páginas, para conocer la magnitud de tan inigualable obra: "Este libro va destinado a probar que la vida cotidiana de un genio, su sueño, sus éxtasis, sus uñas, sus resfriados, su sangre, su vida y su muerte son esencialmente diferentes a los del resto de la humanidad. Este libro único es, pues, el primer diario escrito por un genio. Diría aún más, por el único genio que ha conocido la suerte única de haberse casado con la genial Gala, la única mujer mitológica de nuestro tiempo". Sobran comentarios.  


A Dalí le gustaba hacer de sí mismo un mito. Por supuesto, sus relatos autobiográficos contribuyeron a ese propósito egocéntrico y narcisista. Todo en él era una pose, una puesta en escena, una actuación teatral... o no. Su vida la convirtió en una obra surrealista. "¡El surrealismo soy yo!", exclamó. Como bien señala Laia Rosa Armengol, doctora en Historia del Arte, en Dalí hemos de tener muy en cuenta la 'invención' de una personalidad construida dentro del marco de la actividad artística. "Debemos considerar ya a Dalí como un gran performer que hizo de su cuerpo y de su vida una obra de arte", afirma en Dalí, icono y personaje (2003). Sí, la obra cumbre de Dalí fue crear de sí mismo un personaje dado al escándalo. Dalí fue la mayor creación del propio Dalí. Supuso para él un proceso alquímico; la sublimación de su yo interior. Pero a su vez, disfrutaba mostrándose como un antihéroe capaz de provocar reacciones de todo tipo en el espectador, desde la admiración hasta la repulsión. Y lo conseguía hábilmente. Sus ojos abiertos de par en par, su peculiar bigote afilado y su inseparable bastón —a modo de cetro real—, le sirvieron mucho para lograr su exitoso papel como show-man. ¡Y su público se lo agradecía! Ahí están las jugosas entrevistas de TV que confirman su lograda imagen mediática, como los simpáticos reportajes que le realizó el NO-DO, la magnífica entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano o los impagables programas que le dedicó Paloma Chamorro.

¿Era Dalí un loco? ¿Un genio? ¿Un actor? ¿Un payaso? ¿Acaso un loco, un genio, un actor y un payaso a la vez? ¿Lo planificaba todo milimétricamente? ¿Fingía, improvisaba o era genuinamente así? Quizá de todo un poco. Aunque es evidente que Dalí fue, sobre todo, daliniano... ¿Se puede alcanzar mayor gloria? Lo dudo.

(Por Moisés)

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