Hoy hace 116 años que nació un genio llamado Salvador Dalí. Sus obras plásticas
son muy conocidas. ¿Pasa lo mismo con sus obras escritas? No. Y es una pena.
Dalí fue un gran escritor, con un estilo muy sui generis. Y esa faceta literaria del artista de Port Lligat sigue
siendo muy desconocida para el gran público, incluso para los entusiastas del
arte surrealista. Entre todos sus escritos, que son muchos, quiero resaltar dos
maravillosos libros: Vida secreta de Salvador Dalí (1942) y Diario de un genio (1964).
SALVADOR DALÍ |
Si queremos conocer de verdad a Dalí es menester leer ambas autobiografías, ya
que contienen muchos datos desconocidos y sorprendentes. Sobre todo, expone
detalles y anécdotas de su agitada vida que nos permiten ahondar en su complicada
personalidad, ya que saca a la luz los complejos, las fantasías, las
alucinaciones, los tormentos y las fijaciones escatológicas que le acompañaron
desde la infancia —mejor dicho, desde su vida intrauterina, porque afirmaba
recordarla perfectamente—. Por supuesto, la megalomanía, la provocación, la
extravagancia, el humor, la ironía y el exhibicionismo del autor están muy
presentes en las páginas de ambas obras. Aunque, dicho sea de paso, también su
sinceridad, pues narra hechos muy íntimos que le dejan a veces en mal lugar, ya que revelan abiertamente sus paranoias, su enfermiza sexualidad y
sus malos rollos con sus progenitores. Para muchos críticos, estamos ante dos libros malditos.
Lo cierto es que son odiados y amados a partes iguales. No obstante, sin ambos
textos, quizá seríamos incapaces de entender el esotérico universo daliniano reflejado
en sus extraordinarias creaciones artísticas. Él mismo confesó que lo que no podía
decir con la pintura, lo completaba escribiendo. Además, me atrevo a asegurar
que no existe en el mundo autobiografías más sinceras que las escritas por Dalí
(a pesar de contener errores, incoherencias y fabulaciones). Nadie como él para
confesar lo inconfesable y reconocer que "mi
memoria ha soldado el conjunto en una masa tan homogénea e indestructible, que
sólo un examen críticamente objetivo de ciertos sucesos, que son demasiado
absurdos o claramente imposibles, me obliga a considerarlos como falsos
recuerdos".
Dalí escribió su Vida secreta en francés. La
traducción al castellano corrió a cargo de César
Augusto Jordana. Tras revisar el original, manifestó asombrado: "El manuscrito del señor Dalí, respecto
a la grafía, la ortografía y la sintaxis, es probablemente uno de los
documentos más fantásticamente indescifrables que hayan salido de la mano de un
autor. El manuscrito está escrito en papel manila, con una grafía casi
ininteligible, sin apenas puntuaciones ni divisiones en párrafos, y con una
ortografía delirante y caprichosa que inundaría de sudor la frente de un buen
lexicógrafo". Ciertamente, Dalí no respetaba la sintaxis, no separaba
los párrafos, no solía puntuar, abusaba del barroquismo y mostraba a menudo una
caligrafía ininteligible. Por su parte, la periodista Elsa Maxwell llegó a declarar que el libro es muy recomendable para
los que se interesan por "los
laberintos de la psiconeurosis". Mientras que George Orwell dijo que Dalí era un ser indeseable y que su libro "es un ataque directo e inequívoco al
sentido común y a la decencia más elemental". Por el contrario, el
crítico de arte Rafael Santos Torroella
escribió: "Es un libro no solo
necesariamente espléndido, sino que constituye como documento humano y de introspección
artística, por más que deba someterse a caución lo relatado en muchas de sus
páginas, una obra maestra del género autobiográfico universal, superior en tal
sentido a las confesiones de un Cellini
o un Rousseau".
Y con respecto a Diario de un genio,
que recoge todo lo que la mente de Dalí puede dar de sí —que es bastante—, quedémonos
con las palabras que él mismo expresa en las primeras páginas, para conocer la magnitud
de tan inigualable obra: "Este libro
va destinado a probar que la vida cotidiana de un genio, su sueño, sus éxtasis,
sus uñas, sus resfriados, su sangre, su vida y su muerte son esencialmente
diferentes a los del resto de la humanidad. Este libro único es, pues, el
primer diario escrito por un genio. Diría aún más, por el único genio que ha
conocido la suerte única de haberse casado con la genial Gala, la única mujer mitológica de nuestro tiempo". Sobran
comentarios.
A Dalí le gustaba hacer de sí mismo un mito. Por supuesto, sus relatos
autobiográficos contribuyeron a ese propósito egocéntrico y narcisista. Todo en
él era una pose, una puesta en escena, una actuación teatral... o no. Su vida
la convirtió en una obra surrealista. "¡El
surrealismo soy yo!", exclamó. Como bien señala Laia Rosa Armengol, doctora en Historia del Arte, en Dalí hemos de
tener muy en cuenta la 'invención' de una personalidad construida dentro del
marco de la actividad artística. "Debemos
considerar ya a Dalí como un gran performer que hizo de su cuerpo y de su
vida una obra de arte", afirma en Dalí,
icono y personaje (2003). Sí, la obra cumbre de Dalí fue crear de sí mismo un personaje
dado al escándalo. Dalí fue la mayor creación del propio Dalí. Supuso para él
un proceso alquímico; la sublimación de su yo interior. Pero a su vez, disfrutaba
mostrándose como un antihéroe capaz de provocar reacciones de todo tipo en el
espectador, desde la admiración hasta la repulsión. Y lo conseguía hábilmente.
Sus ojos abiertos de par en par, su peculiar bigote afilado y su inseparable bastón
—a modo de cetro real—, le sirvieron mucho para lograr su exitoso papel como show-man. ¡Y su público se lo agradecía!
Ahí están las jugosas entrevistas de TV que confirman su lograda imagen mediática,
como los simpáticos reportajes que le realizó el NO-DO, la magnífica entrevista
que le hizo Joaquín Soler Serrano o los
impagables programas que le dedicó Paloma
Chamorro.
¿Era Dalí un loco? ¿Un genio? ¿Un actor? ¿Un payaso? ¿Acaso un loco,
un genio, un actor y un payaso a la vez? ¿Lo planificaba todo milimétricamente?
¿Fingía, improvisaba o era genuinamente así? Quizá de todo un poco. Aunque es
evidente que Dalí fue, sobre todo, daliniano... ¿Se puede alcanzar mayor
gloria? Lo dudo.
(Por Moisés)
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