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lunes, 11 de mayo de 2020

GIORDANO BRUNO, EL VISIONARIO QUE LUCHÓ CONTRA LA ORTODOXIA

Giordano Bruno (1548-1600), astrónomo, filósofo, poeta y dominico, fue una de las muchas víctimas de la intolerancia religiosa. En su época, buscar la verdad era bastante peligroso. Cuestionar el dogma mucho más. Él se atrevió a hacer ambas cosas y, al negarse a abjurar de sus ideas "heréticas" tras su encarcelamiento, fue conducido a una hoguera completamente desnudo, siendo quemado vivo por el Santo Oficio el 17 de febrero de 1600, en el Campo dei Fiori de Roma. Así acabó la vida de este ilustre científico visionario cuyo delito fue despojar el cielo de los viejos mitos teológicos y mostrarlo tal y como es en realidad, con sus astros, planetas, cometas y otros cuerpos celestes. ¡Giordano Bruno fue el verdadero precursor de la moderna cosmología! Pues sí, tuvo el "atrevimiento" de no someterse jamás a la ortodoxia y de afirmar que la Tierra gira alrededor del Sol; que hay muchos sistemas solares como el nuestro; que existe una pluralidad de mundos; que el universo es infinito y eterno; que toda la materia del cosmos está compuesta de una sola sustancia; que el universo está penetrado de vida y él mismo es vida; que las estrellas están en permanente combustión; que María no fue virgen; que la Transubstanciación y el dogma de la Trinidad son ideas ridículas...

GIORDANO BRUNO
Su filosofía materialista, naturalista y panteísta —sin olvidar que hay mucho también de "tradición hermética" en los postulados de Bruno— suponía, pues, un pecado gravísimo para la estrecha y fanática mentalidad eclesiástica, que prefería el falaz modelo ptolemaico del universo en vez del certero cosmos epicúreo de Bruno. Es decir, la Iglesia católica prefería la mentira a la verdad, los mitos a la ciencia, la fe a la razón...

¡Lean al gran Giordano Bruno! Destaco, especialmente, una de sus principales obras: DE LA CAUSA, PRINCIPIO Y UNO, escrita en 1584. Existe una magnífica edición, que es la que poseo, publicada por la editorial Losada en 2010, dentro de su colección "Biblioteca de Obras Maestras del Pensamiento". El texto está formado por un prólogo —a modo de epístola—, cuatro poemas y cinco diálogos. 


La tesis de Bruno está perfectamente condensada en esta frase: "En definitiva, bien que haya individuos innumerables, todo es uno, y conocer esta unidad es el objeto y término de toda filosofía y contemplación natural". En dicha obra, se aprecia cómo el filósofo iguala la naturaleza, la materia y el infinito. Somos uno con la naturaleza. Y en ese pensamiento, vemos revolotear el principal axioma del Corpus Hermeticum: "Como es arriba, es abajo". Esa es la antigua sabiduría egipcia a la que solía referirse Bruno. Y esa sabiduría era rechazada ferozmente por el clero, que imponía la distinción entre lo natural y lo sobrenatural. Bruno, con su particular visión infinitista (lo infinito se expresa en todas partes; el Universo es un todo infinito), se opone claramente al aristotelismo y al dualismo, sobre todo, porque considera que la divinidad y la naturaleza poseen la misma sustancia. Es obvio que semejante idea se carga lo sobrenatural, niega toda trascendencia. Para Bruno, todo lo existente es parte de la naturaleza, siendo Dios "la causa eficiente eterna" del Universo. Es algo así como un motor que se halla dentro de cada átomo. Lo manifiesta del siguiente modo: "Existe un motor universal infinito, en un espacio infinito; hay un movimiento universal infinito del cual depende una infinidad de móviles y una infinidad de motores, siendo cada uno finito por su masa y eficacia. (...) Todos los móviles están igualmente cerca y lejos del primero y universal motor".

Para Bruno, la física es la ciencia que explica el mundo, no la teología. "La ciencia es un exquisito camino para hacer heroica el alma humana", escribió. Ahí radica su metafísica inmanentista; ahí radica su sabiduría; y ahí radica, desgraciadamente, el motivo de su atroz muerte...

(Por Moisés)

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