Desde el siglo XIX, se viene celebrando anualmente en la Universidad
de Glasgow (Escocia) las Conferencias Gifford, cuyo fin es difundir el estudio
de la Teología Natural. Allí se han dado cita destacados científicos y filósofos
—recordemos nombres como William James, Werner Heisenberg, James Frazer, Albert
Schweitzer y Arthur Eddington, entre otros—. En 1985, el célebre astrónomo Carl Sagan (1934-1996), pionero en la búsqueda de inteligencias extraterrestres, fue
invitado a participar en tan reconocido evento. Y no solo habló de ciencia vs.
religión, sino también de la vida en otros mundos, del ecologismo y del evolucionismo,
entre otras cuestiones. Esas notables disertaciones se recogen en un
maravilloso libro, editado por su viuda Ann Druyan, cuyo título en castellano
fue La diversidad de la ciencia. Una visión personal de la búsqueda de Dios (Planeta, 2007).
Quienes hemos seguido la trayectoria y las obras de Sagan desde que a
comienzos de los años 80 se estrenara su insuperable serie Cosmos, sabemos de su particular visión atea del mundo. Aun así, se
sintió bastante atraído por el fenómeno religioso. En la introducción a dicha
obra, su viuda declara que Sagan "había estudiado ávidamente las
religiones del mundo, tanto las vivas como las desaparecidas, con el mismo afán
de conocimiento que confería a las cuestiones científicas. Estaba fascinado por
la poesía que contenían y por su historia". Sin embargo, huía de la fe, de
toda creencia religiosa. Solo le preocupaba descubrir la verdad a través del
conocimiento científico. Para él, somos materia estelar, no obra de un Creador.
¿Y acaso hace falta la fe para maravillarnos al contemplar el firmamento? Podemos
sentir emoción, sobrecogimiento, fascinación, humildad... Y nadie como Sagan
para transmitir ese sentimiento tan profundo que muchos experimentamos cuando
elevamos la vista hacia las estrellas. Por eso, nada más iniciar su primera intervención
ante tan distinguidos asistentes, mostró fantásticas imágenes de nebulosas,
galaxias y cuerpos celestes situados a miles de años-luz, y que nos hacen tomar
conciencia de lo insignificantes que somos en tan vasto universo. "Ocupamos un lugar muy poco notable y
atractivo en esta gran galaxia de la Vía Láctea", manifestó. Seguidamente,
se adentró en las revolucionarias tesis de Copérnico que, como bien sabemos,
desencadenaron una gran sacudida en los cimientos religiosos. "En tiempos de Copérnico, una objeción
seria a un universo geocéntrico constituía una ofensa teológica. Y no es
difícil de entender porque, si Copérnico tenía razón, entonces la Tierra
quedaba relegada, dejaba de ser 'la' Tierra y 'el' mundo para ser 'un' mundo y
'una' tierra, una entre muchas", explicó Sagan.
CARL SAGAN Y ANN DRUYAL |
En la siguiente sesión, habló del fenómeno de la vida, ofreciendo
jugosos datos sobre su origen, evolución y distintas variedades. Y, por
supuesto, se refirió a la posibilidad de que la materia orgánica esté presente
en distintas regiones del universo. E incluso sugirió que esa materia orgánica,
como sucedió en la Tierra, también ha podido evolucionar en otros planetas
hacia formas de vida inteligente. Se refirió, cómo no, a la famosa ecuación de
Drake que sirve para determinar, jugando con una serie de factores, el número
de civilizaciones tecnológicamente avanzadas que, hipotéticamente, podrían
existir en nuestra galaxia. Según las estimaciones más optimistas expuestas por
Sagan, habría un millón de civilizaciones inteligentes. Luego se adentró en el
principal problema de esta cuestión: la comunicación con esas presuntas
inteligencias extraterrestres. "Considero
que la idea de la inteligencia extraterrestre es un tema de importancia
filosófica, científica e incluso histórica. Si tuviésemos la suerte de recibir
una señal de inteligencia extraterrestre, creo que no hay duda de que sería un
acontecimiento histórico extremadamente significativo", aseguró. Llegó
a admitir que no se opone a la idea de que puedan visitarnos seres
extraterrestres. "Es indudable que
no puede excluirse la posibilidad de que la Tierra reciba una visita o que la
haya recibido en el pasado, pero precisamente porque lo que está en juego es
mucho, precisamente porque se trata de una cuestión que despierta intensas
emociones, exigiríamos los niveles de evidencia más escrupulosos", puntualizó.
Es muy jugoso, en este sentido, el capítulo 5 titulado Folklore extraterrestre: implicaciones para la evolución de la religión,
dedicado a analizar la hipótesis de los antiguos astronautas, difundida
principalmente por Erich Von Däniken, y los modernos avistamientos OVNI, tema
al que dedicó bastantes años de su juventud.
ECUACIÓN DE DRAKE |
La hipótesis de Dios es otro de los grandes asuntos que Sagan abordó
en aquella reunión. Y expuso tanto las contradicciones como las dudas
razonables que surgen respecto a la idea de un supuesto creador, así como la
falta de pruebas objetivas para considerar como auténticas las experiencias de
carácter religioso que muchas personas afirman tener.
No prosigo. Sagan aborda
muchos más temas de gran calado a lo largo de las páginas de esta magnífica
obra. Solo les invito a leerla. Y a reflexionar sobre todo lo que este eminente
sabio, cuya vida fue una constante búsqueda, nos enseñó sobre el ser humano, su
relación con el cosmos y su devenir como especie.
(Por Moisés)
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